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Mostrando entradas de mayo, 2022

Conocimiento absoluto

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 Por Alejandra Zúñiga Reyes Cuando vi ese poster en una tienda de regalos, tendría yo unos dieciséis años y estaba cursando el bachillerato tecnológico en la escuela vocacional. La imagen mostraba a un changuito en actitud pensativa y tenía un letrero que decía “Justo cuando había encontrado todas las respuestas de la vida… Me cambiaron las preguntas”. Ese cartel me encantó. Cómo lo he mencionado muchas veces, siempre he tenido algo de filosofa aficionada, y aunque a mis dieciséis años podría tener algunas dudas existenciales importantes, como las relativas a mi identidad sexogenérica o el sentido de la vida… También creía, ingenuamente, tener una imagen clara de cómo funcionaba el mundo, que es lo que estaba mal y que tendría que hacerse para arreglarlo. Me parece que la leyenda de ese cartel me mostraba dos momentos importantes. El primero, “haber encontrado todas las respuestas de la vida”. Vaya, ahora creo que quien pueda jactarse de haber encontrado todas las respuesta...

¡Feliz día incómodo!

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  Por Alejandra Zúñiga R. Hoy me molesta una vieja herida que ya creía sanada. Hoy me duele la madre… Sé que muchas personas tienen una buena relación con sus madres. Tuvieron o han tenido la fortuna de tener madres amorosas. Madres que son comprensivas y cuyo amor, puede considerarse incondicional. “Nadie te amara más, ni como tu madre”, a veces leo con frecuencia en FB. Para esas personas que tienen o tuvieron un hermoso vínculo con sus madres o para quienes son madres así, y tienen un hermoso vínculo con sus hijos e hijas les deseo, un feliz, hermoso y maravilloso día. Para quien ha tenido una madre así, quizás le resulte muy difícil entender o considerar que alguien pueda no tener una buena actitud, recuerdo o una buena emoción hacía su madre. Pues suelen dar por sentado que todas las madres son maravillosas. Pero la vida, no siempre es así, y así como hay madres maravillosas y buenas, también hay malas madres, a las que les podemos dar muchos calificativos: negligentes...

La araña

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Por Alejandra Zúñiga Reyes En una ocasión, cuando tenía no más de cuatro años, una tía quiso hacerme un pequeño regalo, en mi mano abierta y extendida puso algo. Era negro y tenía patas, en cuanto lo vi grité y comencé a llorar. Y sin importar cuantas veces la tía y mi madre me dijeron, que no era de verdad, que era un juguete, que no me haría daño, yo no paraba de llorar y de gritar.   Yo sabía muy bien que no era de verdad, sabía que era una araña de plástico, un juguete, pero a pesar de saberlo, mirarla y sentirla en la palma de mi mano, rebasaba mi entendimiento, y la sensación era más grande y aterradora que mi comprensión. Hasta que la araña de plástico rígido no fue retirada de mi mano y desapareció de mi vista fue como pude calmarme.   ¿Es algo tonto?... A veces me lo pregunto… Aún a mis cuatro años, me quedaba claro que no era real, pero como dije, la sensación que producía era más aterradora que mi entendimiento.   Hoy en día, tengo muchos más años...