¡Feliz día incómodo!


 

Por Alejandra Zúñiga R.

Hoy me molesta una vieja herida que ya creía sanada. Hoy me duele la madre… Sé que muchas personas tienen una buena relación con sus madres. Tuvieron o han tenido la fortuna de tener madres amorosas. Madres que son comprensivas y cuyo amor, puede considerarse incondicional. “Nadie te amara más, ni como tu madre”, a veces leo con frecuencia en FB. Para esas personas que tienen o tuvieron un hermoso vínculo con sus madres o para quienes son madres así, y tienen un hermoso vínculo con sus hijos e hijas les deseo, un feliz, hermoso y maravilloso día.

Para quien ha tenido una madre así, quizás le resulte muy difícil entender o considerar que alguien pueda no tener una buena actitud, recuerdo o una buena emoción hacía su madre. Pues suelen dar por sentado que todas las madres son maravillosas.

Pero la vida, no siempre es así, y así como hay madres maravillosas y buenas, también hay malas madres, a las que les podemos dar muchos calificativos: negligentes, tóxicas, dañinas, perversas, enfermas, locas, madres terribles, madres monstruosas. Y hay quienes vivieron verdaderas historias de terror con ellas. 

Resultan madres paradójicas, pues por definición supondríamos que además de transmitir la vida o ser el canal para que podamos venir a este mundo, supondríamos que tendrían que ser como madres, criadoras amorosas, protectoras y nutricias.

Pero por muchas circunstancias de vida, hay madres que hacen daño y mucho, a veces, con buenas intenciones, a veces, solo por ignorancia, a veces, solo porque ellas mismas están muy dañadas y solo daño, es lo que tienen para dar.

Y es entendible, si sus propias vidas fueron un tormento, si fueron víctimas de violencia, ignorancia, abuso, prejuicios, y a su vez, también de mala crianza y violencia por sus propias madres, resulta que vienen heredando y transmitiendo de generación en generación un venenoso maternaje dañino.

Es muy difícil intentar honrar a esas madres. Se les puede agradecer el haber sido el canal para traernos. Y se puede llegar a entender sus difíciles condiciones de vida. Se puede llegar a entender así, que en el mejor de los casos, hicieron lo mejor que podían con lo poco que tenían, y en el mejor de los casos, con todo el amor que podían. Estas madres se nos convierten en lo que algún autor llamaba, ingratas maestras.

De esas maestras que paradójicamente te enseñan, cuanto daño puede causar un ser humano a otro y te enseñan, sin proponérselo como no ser una buena persona. Entonces, cuando tienes, la edad, la madurez o la conciencia suficiente para darte cuenta, eliges que no quieres ser como tu madre, ni quieres ejercer en otros las lecciones que tu madre ejerció duramente en ti.

Eliges ser diferente y te esfuerzas por ser mejor. Y te costará muchas horas de terapia, sanación y perdón. Para tratar de sobrellevarlo mientras puedes soltarlo definitivamente. Porque una madre paradójica, es como una muela picada, cuando la tienes, ya no cumple su función, te molesta y te duele, pero si te la quitan, te hace falta, te deja un hueco y un vacío.

De hecho diría, que vas por la vida, con un vacío o un malestar, difícil de llenar. Y te las tendrás que ingeniar, para ver con que llenas, en que lo transformas y como lo transmutas amorosamente en otra cosa.

Tal vez busques a alguien más en tu vida que pueda sustituir esa imagen materna dañina por alguien o algo más sano, tal vez una buena amiga, una buena hermana, una novia, una maestra o incluso una Diosa amorosa. Pero lo más sano que puedes hacer, me parece es dejar de ver, a tu madre, como tu madre, y tratar de verla con una persona, con sus virtudes y defectos, con sus gozos y sufrimientos, un ser humano falible como tú, que trató de vivir de la mejor manera dadas sus circunstancias y a su manera trató de ser feliz.

En lo personal, me parece que fui una hija incómoda y mi madre me resultó una madre incómoda. No pude ser la hija o el hijo que ella hubiera querido y supongo que ella tampoco pudo ser la madre que yo hubiera querido. Supongo que ambas teníamos lecciones que aprender una de la otra.

No puedo hablar por ella. Me parece que en su momento, nos dijimos todo lo que teníamos que decir y cada una fijó sus posiciones. Todo está dicho. Y en tales casos, la distancia resulta más sana. No le deseo mal, al contrario, intento recordar con cariño, aquellos detalles o dichos que queriendo o no, me heredó.

A veces “frases domingueras” en lenguaje malsonante, que cuando me enojo, mi vienen como anillo al dedo, y si bien, yo me privo de expresarlas tal cual en primera persona, le hago saber a la otra persona. ¿Sabes lo que mi madre te hubiera dicho?...

Dónde quiera que esté mi madre ahora, deseo que esté bien y en paz, y que no me haga más daño. No me parece, que baste con mi vida como para sanar largas y rancias herencias de amor y maternajes dañados.

Tan solo me rehúso a ser un eslabón más de la cadena. Hago lo que puedo, e intento vivir lo mejor que puedo con lo poco que tengo. Agradezco lo que hay que agradecer y sigo adelante. Y como a los viejos fantasmas que hay que seguir exorcizando cada vez que se aparecen. Hoy te recuerdo madre, te doy las gracias, te perdono y me perdono. Amorosamente, te libero y me libero. Madre estamos en paz.

 

Publicado originalmente 10 de mayo de 2020

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