Búsquedas de trabajo
.Por Alejandra Zúñiga
Eran finales de año, me habían encargado otro libro, pero
escribirlo me tomaría un par de meses, y mientras había que pagar renta y
cubrir gastos, incluyendo, los de mis hormonales. Conseguí un trabajo nocturno
como capturista. Fue interesante, estar capturando podía inducir estados de
trance. Y nunca había sentido tanto frio. El área de captura estaba en una
enorme bodega y a pesar de las máquinas y las dos o tres docenas de personas
que laborábamos ahí, en la madrugada el frio se sentía intenso.
El trabajo de captura se terminó como por febrero. Yo estaba
en trámites, para solicitar el ingreso a un doctorado en la UNAM. Seguía con la
búsqueda de trabajo. Fui a ofrecer mis servicios a la Comisión de Derechos
Humanos y a la Procuraduría General de Justicia, pero no salió nada de ahí. Fui
a ofrecer mis servicios a un par de casas de transformación para travestis,
Versus y La casita de muñecas, tuve un par de consultas esporádicas, pero no
salió más de ahí. Una colega que estudiaba en el Imesex, oriunda de Colombia,
me había sugerido la posibilidad de que la acompañara de regreso a Colombia
para cuando ella terminara sus estudios. No me hacía mucho ilusión, aunque he
de reconocer que la propuesta sonaba interesante, así es que por algún tiempo,
“la opción Colombia” me dio esperanza. Me llegó una invitación para dar una
plática en Sao Paulo, Brasil, pero era hasta finales de año. Eso también sonaba
interesante, aunque faltaban muchos meses. Como seguí escribiendo libros tuve
para cubrir mis rentas y mis gastos, aunque de forma apretada.
Otro intento de trabajo, en una escuelita de computación,
terminó también con discriminación y nuevo rechazo. Y un rechazo más grande, la
UNAM, me notificó que mi solicitud al doctorado no había sido aceptada. Eso me
pudo mucho, traté de reclamar, pero mis reclamos no prosperaron y apelar a
otras instancias hubiera requerido, dinero, tiempo, y una disposición de ánimo
que yo no tenía, seguía estando tronada. Quizás de haber luchado en ese
momento, con una demanda, o con la asistencia de la Conapred, hubiera podido
entrar al doctorado, pero tampoco, quería echarme un nido de alacranes a la
espalda, si es que conseguía entrar.
Algunas veces, acudía al Centro de la Diversidad Sexual de
la calle de Colima, ahí se reunían algunas trans. Diana Laura, otra de la
chicas, que había estado en Eon, intentaba formar un nuevo grupo. Yo no me
sentía muy optimista al respecto, de hecho me parece que tenía una visión
fatalista. Con todo traté de aportar lo mejor de mí, cuando me pedían mi
opinión que no fue muy seguido. Intenté armar un par de talleres en el Centro
de la Diversidad, pero no pude darlos por falta de corum. Como parte de una
nueva iniciativa, estuve pensando en la posibilidad de hacer círculos de
transgénero, en las casas de cultura, que funcionaran como células
independientes de autoapoyo, pero el proyecto, no prosperó.
En ese tiempo conocí, a la que sería, mi otra mejor amiga.
Erica, estaba, haciendo su tesis de maestría sobre tema trans. Me entrevistó
para su tesis, yo al principio la cuestioné sobre la metodología de su
investigación como solía hacerlo en situaciones semejantes, ella fue muy paciente,
y yo accedí a dar mi testimonio. Es una amiga a la que aprecio mucho,
actualmente es Doctora y da clases en una Universidad; aunque no puedo verla
tan seguido como me gustaría.
Me buscó un periodista, y me entrevistó para una capsula en
el noticiario de López Doriga, comentando que era psicóloga, transgénero y que
por discriminación no tenía trabajo. Todavía fue de esas acciones aisladas que
intenté para concientizar y de ser posible conseguir un trabajo. A corto plazo,
no sirvió de mucho.
Llegó el viaje a San Paulo, y fue una experiencia muy
interesante en muchos sentidos, primera vez que salía del país, primera vez que
viajaba en avión. El evento al que me invitaron fue organizado por Católicas
por el derecho a decidir, en un club campestre a las afueras de Sao Paulo. Así
que no vi mucho de la ciudad, pero la estadía en el club, fue muy agradable.
Había buffet en cada comida, y lo disfruté enormemente, tener tal abundancia de
comida cuando has estado limitándote y viviendo en carencia, es un sueño. El personal
del lugar, hablaba portugués, del cual, no entendía nada. Me recordó un poco
cuando tenía cuatro años y todavía no hablaba. Compartí dormitorio, con una
activista, ex trabajadora sexual. Ella me dio Reiki, y me dijo que volvería a
ver a mi hija. Me comentó que ella manejaba un albergue para niñas sacadas de
condición de calle. Y me ofreció trabajo.
Creo que tuve algunas diferencias con un chico activista
intersexual, que tenía un discurso, muy provocador y lamento, decirlo, yo
todavía me sentía muy vulnerable y estaba instaladas en la víctima. Como quiera
que sea, fue un viaje muy grato. Di mi plática y cumplí con el objetivo
Regresando a la Ciudad de México, busqué el trabajo que me
habían ofrecido. Otra experiencia interesante, pude observar, que manejaban el
lugar con al menos tres modelos de atención distintos, que resultaban
incongruentes, en algunos aspectos entre sí. Por ejemplo, se les decía a las
chicas, que el albergue, era su casa. Pero no se les permitía tomar decisiones,
ni responsabilidades sobre el funcionamiento de la misma. Yo le hice notar esto
a la Directora, y le dije, que me quedaría como empleada, hasta que la neurosis
me alcanzara, pues ese tipo de contradicciones suelen crear ambientes que
propician la esquizofrenia. Uno de los valores agregados del lugar, era que
como empleada tenía derecho a tener terapia psicológica. Me fue de ayuda, y empezaron a aflorar
algunas cosas interesantes, tener una jefa, directora que había sido
trabajadora sexual y era temida por su carácter y por su lengua mal hablada, me
empezó a mover cosas emocionalmente. Pero a los tres meses, la neurosis, me
alcanzó, di las gracias y dejé ese trabajo en aras de mi salud mental.
Continué no obstante acudiendo a terapia, con el psicólogo
que atendía la casa. Seguía buscando trabajo sin mucha suerte, otra escuela y
otro rechazo. Ya casi estaba contratada, me habían dado las guías de las
materias, empezaría al día siguiente; y cuando vieron mis documentos, todo se
vino abajo. Nosotros le hablamos, me dijeron. Sabía que tal cosa no pasaría.
Del Imesex me requirieron un par de veces para dar clases en
provincia, una en Pachuca y otra en Mérida. No las disfruté mucho, el fantasma
de la carencia me perseguía y una golondrina no hace verano.
Seguía acudiendo a las reuniones de Opción Bi, que me eran
una buena distracción y traté de aplicar, las ideas que ya no pude aplicar en
Eon, algunas de mis ideas, fueron bien recibidas y se implementaron en el
grupo. Eso me dio gusto. Supe de unas clases de Hawaiano que estaban dando en
otra casa de transformación y de inmediato me inscribí. Eso fue algo que
disfruté enormemente, en el corto tiempo que pude tomarlas.
Tuve un conato de noviazgo, con una chica trans, pero al
final, no prosperó la relación teníamos demasiadas diferencias, ella parecía
tener una vida aventurera bajo el slogan de “arriésgate”. Y yo estaba en el
otro extremo. “Ve a lo seguro, no corras riesgos”
En momentos de reflexión, me di cuenta, que al vivirme como
mujer, había feminizado mis esquemas masculinos, y en buena medida, me había
convertido en una mujer muy racional bastante empoderada y había descuidado un
poco mi imagen femenina, mis manierismos y la práctica de voz. Cuando volvía a
practicar, pasó algo sorprendente, me di cuenta, que al modular mi voz en tonos
femeninos, mi cuerpo seguía a la voz. Y era como si adquiriese otra
corporalidad. Incluso, llegué a tener una experiencia de renacimiento
espontáneo. Y mis reflexiones filosóficas, incluían, ni novela del aprendiz,
que estaba bastante avanzada, aunque en esos años prácticamente no escribí
nada. El punto, era, ¿De dónde había sacado yo a los personajes,
particularmente a esa Guerrera Hechicera, tan dominante? Cuándo ninguna mujer
de mi historia de vida, parecía encajar. Sentía yo que había algo más de fondo,
pero no podía alcanzarlo. Me resultó curioso descubrir, que cuando yo pensaba
en el concepto de Dios, lo pensaba en singular, pero cuando intentaba pensar en
la Diosa, la o las pensaba en plural, y me resultaba muy difícil hacerme a la
idea de una “Diosa Madre”, como la lógica indicaría que correspondería, en
equivalencia a un Dios Padre.
Mi madre, en esta vida, aún me rechazaba, la postura oficial
de su parte, era todavía, “aquí tienes casa, pero como hombre”. Y eso era algo,
que no yo iba a aceptar. Aunque con la escasez de trabajo, la carencia y las
penurias, empecé a considerar si me viera en la necesidad, la posibilidad de
regresar a su casa como hombre, aunque eso hubiera sido el preludio de mi
suicidio… Si por mi fuera, hubiera roto todo contacto con mi madre… pero de
alguna forma, comprendí que sí así hacía, perdería toda posibilidad de volver a
ver a mi hija…
Algo bueno, cuando yo ya me había resignado a no ver a mi
hija y la daba por pérdida. Mi ex me habló por teléfono y pude ver a mi hija,
de nuevo, tenía un poco más de un año cuando dejé de verla. Ahora mi nena,
tenía cuatro años, y ya no se acordaba de mí, me borraron de su vida, e
incluso, Mi ex, me comentaba que querían volverla a registrar para que llevara
el apellido de su actual pareja. A lo que yo me opuse, e incluso, después de
investigar, no era posible, pues, no hay manera de renunciar a la patria
potestad. Mi hija me conocía como su tía, y me parece, que así aprendió a
quererme. Con suerte a partir de ese momento la vería más o menos cada tres o
cuatro meses. Y bueno, no pude hacer nada para evitar que le cambiaran el
apellido, que como no era posible hacerlo legalmente, lo hicieron ilegalmente.
Me avisaron de la editorial, que por el momento, ya no
habría más libros…
Ya no podría pagar la renta. Empecé a buscar opciones de a
donde correr. Surgió la opción de Aguascalientes. Mi hermana llevaba radicando
allá más de diez años, y aunque recién que supo de mi entonces travestismo, me
había pedido que nunca fuera a su casa de mujer, había ido cambiando su
postura, de forma lenta. Todavía cuando vivía con mi ex y éramos pareja. Me
mandaron del Imesex a un evento a Aguascalientes y mi hermana se me había
escondido, para que no la visitara. Pero sin más opciones, le hablé y amorosamente
me ofreció su casa. Eso fue un alivio, aunque tampoco me veía haciendo vida en
esa ciudad tan conservadora.
Necesitaba, juntar algo de dinero para el viaje y buscar
donde guardar o almacenar mis cosas. Una amiga, accedió a guardármelas.
Para juntar dinero para el viaje, conseguí otro trabajo como
capturista por dos meses.
Estando en ello, un día me hablan de la Comisión de Derechos
Humanos, para que participara en un evento…
Acudí con sentimientos encontrados, desde que había
terminado, Eon, llegué a participar en algunos pocos eventos, donde era poco el
público, y parecía que no había cambio alguno. Habían pasado ocho años, desde
mis primeras ponencias, y parecía que no había avance y había que seguir
hablando de los mismos temas básicos eternamente. Con tristeza y dolor, le
hablé al público, no puedo seguir siendo activista, y hablarles de lucha social
y de mejoras, cuando yo misma, no tengo trabajo y estoy subempleada. El que
tenga un título profesional y el promedio de diez, parece que lejos de servirme,
se me vuelven un estorbo y una burla. Estoy cansada. El día de hoy, tuve que
faltar a mi trabajo como capturista, y en consecuencia, hoy no voy a ganar los
$100 que mi jornada me produce. Y no quiero pensar que en 20 años, cuando yo
sea una adulta mayor, voy a seguir hablando de los mismos temas, y sin tener
trabajo. Así es que, a partir de hoy, cedo la estafeta, y me retiro del
activismo.
Tuve oportunidad, de reencontrarme y reconciliar amistad con
Anxélica y Shantall, nos pedimos disculpas mutuamente, parece ser que después
de mi partida de su casa habían pasado por una mala racha e incluso, habían
encontrado un “entierro” en su jardín, cosa de brujería al parecer. Y así es
que por un tiempo pensaron mal de mí, después descartaron la idea. Una amiga
mutua, de Opción bi, les había comentado que yo estaba pasando por una mala
racha, y entonces me habían buscado. Me dio gusto volver a verles, aunque eso
no cambiaba mi vida, ni mis planes de entonces.
Todavía, fui a la marcha LGBT, de ese año. Como parte del
contingente de Opción Bi, para mí, era mi despedida de la ciudad de México.
Transcurrido el mes de junio. Con tristeza, terminé de almacenar mis escasas
pertenencias de las cuales, la mayoría eran cajas de libros. Empaqué mi ropa en
una gran maleta. Y la amiga trans con la que no prosperó la relación, me
acompañó a despedirme a la Central de Autobuses. Ahí tomaría el autobús que me
llevaría a Aguascalientes y a una nueva etapa en mi vida.
Continuará.
Tomado de: Bio contada a Cindy (fragmento)
En la foto, en la marcha LGBT de la Ciudad de México en 2005.
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