Cómo dejé de odiar las ventas y las convertí en mi espacio para sanarme.
Cómo dejé de odiar las ventas y las convertí en mi espacio para sanarme.Alejandra Zúñiga R.
“¿Tienen algún curso o libro sobre ‘cómo vender, para alguien que odia las ventas?’ Verá, es que vi un anuncio sobre un curso de ‘vivir de escribir’, y se me hizo una idea muy atractiva, pero se trata de escribir para vender, y verá, me gusta escribir, ¡ah, pero eso de vender!… Siempre se me ha atorado…”
Cada quien habla según como le va en la feria. Y me parece que a veces, vender, puede ser como aprender matemáticas, para algunas personas. No es que odien las matemáticas por sí mismas, odian como las matemáticas les hacen sentir, “Confusos, inadecuados, y avergonzados”. Así es que, si encuentran alguien que les enseñé de manera adecuada, la pueden aprender sin ningún problema y les puede llegar a gustar. Algo parecido pasa con las ventas. Detrás de un “no me gusta”. Hay una historia de mal aprendizaje o de malas experiencias.
Les podría contar la mía, pero eso sería triste y tomaría varias páginas. Así que antes de que empiecen a sonar los violines. Solo señalaré algunos puntos. En el pasado, siempre que intenté vender algo, me fue muy mal. Y lo intenté muuuchas veces. Tomé algunos cursos, leí algunos y libros, y me parece que entendía el proceso y en teoría, sabía como vender, pero seguía sin gustarme, y siempre me iba mal, no vendía, y me parece que terminé por evitar los temas de ventas, siempre que pude.
Con muchos esfuerzos logré terminar una carrera profesional. Pero me parece, que pagué un precio muy alto por ser Psicóloga y las ganancias fueron siempre muy escasas. Aprendí de la manera difícil, que al comenzar, un consultorio no da lo suficiente para vivir, y que en lugar, de que el consultorio te mantenga, tú tienes que mantener al consultorio, en lo que te haces de una consulta regular. Y mientras, tienes que vivir de otra cosa. Aprendí que no basta con que seas una buena psicóloga, tienes que promocionarte e invertir en publicidad. Puse algunos cartelitos en mi localidad, repartí algunos volantes, pero nunca tuve para invertir mucho en publicidad, así es que mi consulta siempre fue escasa y poco regular.
Tampoco me fueron muy útiles, económicamente, otros cursos que fui sumando, un diplomado en terapia sistémica, una maestría en sexología educativa, sensibilización y manejo de grupos, otra maestría alternativa en terapia Reiki, entre otros.
Fueron tantas las frustraciones, los esfuerzos vanos y la carencia que terminé desencantándome de lo que había venido haciendo. Y ahora me gustaría probar algo nuevo. Y de nuevo, la vida me lleva hacía las ventas.
Me parece, que por mi historia de vida, me hice de muchas ideas feas y equivocadas acerca de vender.
Un par de ejemplos: Mi padre, solía comentar que cuando algo era bueno, no necesitaba publicidad, que solo se vendía, pero cuando algo tenía que anunciarse mucho, posiblemente no era bueno. Supongo que de ahí me fui haciendo a la idea de que la publicidad trataba de engañarnos. Así que me parece que empecé a ver a las ventas y a la publicidad, como algo hostil. Y con el tiempo, me convertí, en una compradora difícil. Más guiada por la razón que por la emoción. Y siempre suspicaz cuando alguien me quería vender algo. Cuando tienes poco o ningún dinero, no puedes comprar a la ligera. Así que por mucho que quieran venderte, si no tienes dinero, no vas a comprar nada. Y aún si tuvieras dinero, serás muy escrupulosa para comprar.
Bert Herllinger, creador de las constelaciones familiares, equipara, madre, vida y abundancia. Como es tu relación con madre, es tu relación con la vida, y con la abundancia… Si tienes una buena relación con tu madre, tienes una buena relación con la vida. Si tienes una mala relación con tu madre, tienes una mala relación con la vida y con la abundancia. Mi relación con mi madre, no fue buena, fui una hija incómoda para ella y ella fue una madre incómoda para mí. Así que nuestra relación por veinte años, fue como de guerra fría. Había hostilidades encubiertas, aunque por fuera, una paz diplomática, pero de ninguna manera, una relación cercana. Sé que eso tiene que ver con mi carencia, pero ese es un tema para otro momento.
En casa nunca nos faltó lo básico, tuvimos techo, vestido, comida, y hasta una educación, que mi padre y madre no tuvieron. Pero el dinero no sobraba y no hubo mucho para lujos. Así que en mi infancia me acostumbré al “Vamos ir al mercado, pero no te voy a comprar nada”. “Puedes ver, pero no tocar”. “Por ver, no se paga”. Así que me incomodaba, cuando me aproximaba a ver un puesto, y de inmediato el vendedor o vendedora, se acercaban y me querían vender algo a fuerzas. Cuando yo solo me conformaba con ver. Terminé por percibir a los vendedores como personas agresivas, violentas, y falsas, por muy amables que pretendieran ser.
Me parece que todo eso, influyo, cuando me tocó estar del otro lado, cuando era a mí a quien le tocaba vender. No quería ser agresiva, ni falsa. Creo que en el fondo no podía quitarme la idea, que no podía ser honesta, de que estaba tratando de venderle al otro, algo que no necesitaba, y que solo engañándolo, podría lograrlo. Y como no me gusta mentir, inconscientemente, no me creía capaz de poder vender nada. Sentía entonces que no solo estaban rechazando lo que yo vendía, sentí que también me estaban rechazando a mí.
Todo esto, que cuento de forma simple, me ha tomado años de reflexión y resignificar cosas, y ahora. El curso de “soy copywriter”, me ha movilizado de nuevo tales pensamientos.
Vivir de escribir, suena bien una vez más, así es que hay que hacer algo con ese tema de la ventas. ¿Pero sí no pude vender para mí, cómo puedo vender para alguien más?... Si la vida te da limones… Para sanarme a mí misma, he necesitado pasar del “no me gustan las ventas” al, calma, “Las ventas son un espacio sagrado”. Y estás sanando.
La carencia me ha perseguido por mucho tiempo, y en los últimos cuatro años, me llevó una vez más. A vender en un pequeño mercado de pulgas. Le ayudo a mi hermana Cindy, quien amorosamente me recibió en su casa, cuando me quede sin nada y ya no tenía donde vivir. En el puesto vendemos antigüedades y chácharas. Estrictamente hablando, el negocio no es rentable, no vende lo suficiente, pero ayuda a pagar algunos gastos, es una buena terapia ocupacional y deja espacio para la reflexión, aprender y resignificar algunas cosas. Como las siguientes.
¿El Universo conspira en mi contra, o conspira a mi favor?...
¿El mundo me acepta y es un lugar pacífico y próspero para vivir o el mundo me rechaza y es un ambiente sumamente hostil, del que tengo que escudarme y protegerme?...
Las ventas se me volvieron un acto hostil. Me he sentido violentada… ¿Cómo cambio eso?...
Circunstancialmente, vendo cosas que yo no compraría. Pero el que no sean de mi agrado, no significa que no sean atractivas para alguien más. La basura de unos, es el tesoro de otros.
A veces, los dolores morales pueden ser tan terribles como los dolores físicos, crónicos, intensos y terribles. Pero si dejas abiertas tus heridas, sangrarás sobre personas que nunca te hirieron. La vida, me dejó rota y dolida, después de años de fracasos y discriminación. Pero no se puede estar triste o deprimida por siempre. Los duelos se tienen que vivir, sanarse y dejarse atrás. Mostrarse siempre triste, no es una buena actitud.
Como en el pasado, preocuparse por que no se está vendiendo lo suficiente, no ayuda. Entre más te preocupas, más te pones de mal humor y menos vendes. “Sí, sé que hay cuentas por pagar, que hay que sacar para los gastos de gasolina para el regreso, para pagar la plaza y aun no sale pare el desayuno…” Todo eso puede darme una mala actitud, y eso, es como tener una llanta ponchada, no puedes ir muy lejos así. Así que tienes que cambiarla. Conviene más mantener una actitud relajada y positiva. Disfrutar del día y de las sorpresas que puede traer.
En el fondo siempre he sido una persona tímida. Como maestra y psicóloga aprendí a ser sociable y mostrarme extrovertida si era necesario. Los golpes de la vida, me hicieron autoexiliarme. Me fui alejando de la vida y de las actividades del mundo. Creo que como una bestia herida, solo quería alejarme de todos, encerrarme en un lugar oscuro y morir. Ahora me reconcilio con la vida. Estoy socializando e interactuando con el otro. Aprendo y recuerdo que el otro, no es mi enemigo, solo mi espejo, que me refleja lo que yo estoy arrojando al mundo.
Las ventas no son el infierno que tú te creaste. Son un espacio, sagrado, son un espejo que te muestra que has hecho con tu vida. Eres lo que piensas, y el otro es solo un reflejo de lo que llevas dentro.
Tomarse las cosas demasiado en serio, no ayuda. La vida, como en el regateo, es un estira y afloja. Donde cada quien busca su propia ganancia. Si no eres flexible, te rompes. A veces, conviene más tomárselo como un juego divertido, o tomarse las cosas con humor. Ensayo y error. Disfrutar las ganancias y aprender de los errores.
Aprender a dar y a recibir, pensar en ganar-ganar. El dinero es energía y una expresión y reflejo de nuestra individualidad. Para algunas personas el dinero, es algo malo. Así lo aprendieron, y por eso no les llega o no les rinde. Consideran que el dinero es en el fondo, algo negativo, el principio de todos los males. Por eso hay que resignificarlo, como algo que es bueno y hay que recibirlo con las manos abiertas, y dejar que circule y fluya para generar prosperidad.
Doy algo bueno y recibo algo bueno. Estoy agradecida. El otro no es mi enemigo, solo quiere comprar lo que le guste y yo obtener mi ganancia del día. Y si el cliente en turno no compra, no pasa nada, ya llegará la persona indicada. Si comprendes el proceso de ventas, si tienes las herramientas adecuadas y las aplicas. Si has resignificado y sanado, no hay porque asustarse. Estás haciendo tu mejor esfuerzo. Solo sé amable, sonríe y ayúdale a comprar, si es la persona indicada, la venta está hecha.
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