Del segundo año, de mi vida socialmente como mujer.
Por Alejandra Zúñiga Reyes.
La facilidad y la rapidez con la que se dieron las cosas en
aquel un momento, me hacía pensar en la intervención divina. Era como si el
dedo de dios nos estuviera empujando, era algo como magia. Mi vida era
maravillosa, era como si de repente hubiera surgido un botoncito, que al
activarse hacía que mi vida antes gris, pudiera verse a colores.
Mi mejor amiga Maná, se convirtió en pareja de Anxélica,
quien fue una de las participantes más influyentes en la trayectoria de EON,
pues a ella le debemos que fuera un grupo en favor de los derechos humanos de
las personas trans.
En ese tiempo, también experimenté de forma imprevista, por
primera vez una disociación, que me permitió mantener una conversación entre
mis alter egos masculinos con mi recién surgido alter ego femenino. Me hacían
un reclamo, por no estar manejando las cosas adecuadamente. Les calmé y les di
la mejor explicación que pude. Como mujer yo acaba de nacer, y aunque me
consideraba mejor preparada que ellos, mis antecesores, para hacerme cargo de
esta vida. Había cosas en las que era nueva y no tenía experiencia, y las
formas anteriores de hacer las cosas no funcionaban ya.
Era paradójico, como varón había fantaseado con conquistar
el mundo. Y para ser mujer había renunciado a todo ello, y ahora, con la
experiencia de EON, tenía yo lo más parecido a un liderazgo que hubiera tenido
en mi vida; y había llegado sin pedirlo, ni proponerlo, por supuesto, que
entendía los reclamos de mis alter egos.
También en ese tiempo contacté por primera vez con un
episodio de Karma. En una ocasión después de una reunión en la transcueva,
cuando ya sólo estábamos, Aquamarina, a quien en lo sucesivo llamaría
“Hormiga”, y yo, que en esa etapa fui nombrada “Abeja”.
Estábamos platicando
y jugueteando, yo estaba acostada en el piso, y ella, sentada a mi lado. Como
broma, tomó un vaso desechable, que ambas sabíamos que estaba vacío, a no más
de unas pequeñas gotas sobrantes; e hizo el ademán de que iba a derramarlo
encima de mí. Sin pensarlo, yo le supliqué que por favor, no lo hiciera, ella
lo tomó más a juego, y terminó de hacer el movimiento de derramar el vaso sobre
mí.
Habrán sido una o dos gotas las que cayeron sobre mí, pero,
me dolió, y yo lloré amarga y desconsoladamente por varios minutos. Ella se
asustó, y creo que yo también. Era incomprensible, no sé porque tuve esa
respuesta, sólo sé que me emocionalmente me dolió mucho y tardé un rato en
poderme calmar.
En el trabajo, me había desclosetado ya con mi amiga Maná, y
poco después hablé con la supervisora de mi turno, y le conté que yo era una
mujer transexual y que estaba en proceso de reasignación. Ella me aseguró, que
en lo personal no tenía problemas con mi cambio, y que mientras los jefes no
dijeran nada, no había problema. Enteramos entonces, a las demás compañeras y
compañeros del turno.
Como tenía algo de práctica por mi cuenta, pude modular
fácilmente mi tono de voz en línea a uno femenino y cambié mi nombre en línea
por uno femenino. Todo fue bien, mis consultantes, asumían que era mujer y
nunca nadie lo cuestionó. Seguí acudiendo con ropas masculinas para que los
jefes no se quejarán, aunque en un par de ocasiones, que venía de algún evento
activista, ya no me dio tiempo de cambiarme y acudí de vestido.
Para la comida de diciembre de la compañía ese año, acudí
con un traje sastre femenino en gris, y sólo base de maquillaje, me veía
andrógina. Mi supervisora, sólo me comentó, que alguno de los jefes había hecho
un comentario críptico, sobre que “eso”, no podía seguir así, pero por el
momento, no pasó a mayores.
Hormiga, Mana, su pequeño hijo de cinco años, y yo nos
mudamos a un departamento. En la casa de la transcueva original, se habían
metido a robar por la noche, y se llevaron nuestro tanque de gas. Así que por
seguridad, nos cambiamos. El nuevo departamento se convirtió también en sitio
de reunión extraoficial para las integrantes de Eon. A algunas de ellas, no
muchas, les di terapia psicológica. Mi actitud era, si quieren ayuda, se las
voy a dar, pero no voy a estar correteando a nadie, aunque yo vea, que lo
pueden necesitar.
El trabajo en la línea de Tarot, no pagaba mucho, pero entre
las tres podíamos costear los gastos y nuestro horario era cómodo, de las seis
de la tarde a las diez de la noche. Además cuando no había llamadas, podíamos
leer. Cosa que yo aprovechaba por mis estudios de psicología. Es una de esas
tardes, escribí la primera cuartilla de lo que sería mi novela “El Aprendiz”.
Sólo fueron algunas líneas, y se quedarían guardadas por un año más.
En comparación con mis compañeras de turno, me sensibilidad
estaba poco desarrollada, yo bromeaba con ello. Decía que si algunas de ellas
podían ser médium, yo no llegaba ni a “octavum”. Mis lecturas eran por tanto,
más “técnicas” y me apoyaba más en mis conocimientos de psicología. Aunque a
veces, sí me entraba el conflicto entre lo que mi razón, basado en la técnica
me decía y lo que mi naciente intuición sugería. Mi sensibilidad se iría
desarrollando con la práctica, pero tomaría todavía muchos años.
Me enamoré profundamente de Hormiga, y pensaba que seriamos
compañeras por toda la vida. Con ella conocí el amor, no podría decir que ella
me enseñó, pero fue con ella con quien lo aprendí. Antes, yo podía decir, “te
amo”, pero para mí sólo eran palabras que no sentía, estaban huecas, vacías,
con ella, mis “te amo” cobraron sentido.
Hormiga me ayudó mucho en mi formación y crecimiento como
mujer y como persona. Desde los pequeños detalles, como aprender a ponerme los
aretes sin mirarme al espejo, así como detalles más sutiles, creo que una de
las cosas que me costó más trabajo aprender como mujer, fue a ser acomedida.
Si mal no recuerdo, para junio del siguiente año, fue la
primera vez, que como grupo trans, participamos en la marcha, que incluso, fue
renombrada como marcha LGT, y más tarde LGBT.
Parece que nuestro desempeño como grupo trans contribuyó a ello.
Aprendimos pronto de la experiencia de una activista
veterana, que nos cuestionó y nos hizo ver, que no podíamos hablar por todas
las trans, como al principio lo creíamos, casi casi, “trans del mundo uníos”;
nadie nos había elegido para ello. Tan sólo podíamos hablar por las personas
del grupo. Y así procuramos hacerlo desde entonces.
Deborah, la convocante original para formar el grupo,
renunció y nos dejó. Pues según ella el grupo se había convertido en otra cosa.
Ella originalmente tenía la idea de un grupo lúdico. Poder comprar un viejo
hotel, arreglarlo y utilizarlo como una casa de transformación para travestis
de closet, no le gustaba en lo que se había convertido el grupo y pensaba que
el que hubiera mujeres en él como Maná y Hormiga, era un error. Como en
realidad su aportación al grupo, más allá de la convocatoria original había
sido casi nula, no echamos de menos su baja.
En una plática, a la que yo no pude ir, pues fue en horario
de trabajo, el grupo había contactado con el Dr. Juan Luis Álvarez-Gayou,
director del Instituto Mexicano de Sexología. IMESEX. Lamenté mucho, no haber
podido ir. Yo ya había tomado la decisión de estudiar sexología, como una
solución a un problema práctico.
Cuando terminará la carrera iba a ser psicóloga, pero mi
documento diría que yo era un señor, ¿Cómo iba a recibir de vestido muy bonita
a mis consultantes?... Concluí que podría trabajar para la misma comunidad
LGBT, y para ello necesitaba, estudiar sexología, ya había estudiado un
semestre de sexología opcional en la facultad y había leído un libro de
sexología escrito por el Dr. Álvarez-Gayou, así que lamenté mucho no haberlo
podido conocer en persona.
Anxélica quiso compensarme, y como nos había llegado
invitación para participar en el Primer Foro sobre Diversidad Sexual y Derechos
Humanos. Quisimos asesorarnos con el Doctor Álvarez-Gayou. Así tuve oportunidad
de conocerlo.
Y de esa entrevista, salí más que agradablemente “vendida” y
comprometida con el IMESEX, obtuve, terapeuta para llevar mi tratamiento,
obtuve un lugar donde podría hacer mi servicio social, cuando fuera el momento,
obtuve la posibilidad de estudiar la Especialidad en Sexología Educativa, y
como en la facultad de psicología mi promedio era de 10.00, obtuve beca al 100%
por intercambio de trabajo.
Al principio fui asistente del área de promoción, pero
después fui asistente de investigación. Así es que podría decir que mi
formación como sexóloga se la debo en buena medida a mis andares como
activista. Podía estudiar la
especialidad, y más tarde, estudiar la maestría ahí mismo. ¿Qué más podía
pedir?...
Maná y su hijo se habían ido a vivir a casa de Anxélica. Así
que Hormiga y yo, rentamos un departamento más pequeño. Sólo para las dos, me
parece que tuvimos una bonita vida de pareja, y hasta dos gatitas teníamos.
Sin embargo la línea de Tarot, atravesaba problemas, por un
lado, algo de mala administración, por otro, una situación que los dueños no
habían considerado. Largas cuentas de consultantes incobrables. A veces quienes
llamaban al servicio, lo hacían desde los teléfonos de sus trabajos, en
instituciones de gobierno, eran llamadas “clandestinas”, que de todos modos las
instituciones no pagaban.
La empresa tuvo que hacer recorte de personal, y yo fui una
de las que salió. Hormiga se quedaría por unos meses más hasta que la empresa
quebró y cerró definitivamente. Nos preocupamos al principio. Yo recibía una
pequeña ayuda económica por parte del trabajo beca, en el IMESEX, pero no para
mantener a dos persona. Hormiga, con mucha determinación se puso a buscar
trabajo y después de algunos tropiezos, consiguió hacerse de un trabajo como
lectora de Tarot en una boutique esotérica.
Ella ganaba más que yo, no era como antes, que
participábamos con partes iguales en los gastos; y yo me sentí un poco mal.
Ella me aseguró que no había problema, que yo podía continuar con mis estudios
y entre las dos, seguiríamos cubriendo los gastos aunque mi aportación fuera
menor. Me resigné entonces a la situación, yo esperaba que en algún momento en
el futuro, pudiera retribuirle, pero la vida, a veces, juega muy rudo.
Continuará.
Tomado de: Bio contada
a Cindy (fragmento)
En las fotos, de un
programa de radio al que fuimos como invitadas, el programa era conducido Por
Tito Vasconcelos.
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