¡Deprímase con estilo!
Por Alejandra Zúñiga Reyes
Pues sí, de hecho estoy deprimida. Aún no tengo la vida que
quiero, ni un trabajo estable y solvente. Vivo al día y digamos que muchas de
mis circunstancias me siguen siendo adversas.
Sin embargo, por alguna extraña razón, cuando en mi vida, me
tomo las cosas demasiado en serio, todo me sale mal y tiende a empeorar. Así,
que supongo que he aprendido a tomarme la cosas con cierta ligereza y sentido
del humor. Aún mis propias depresiones.
Alguna vez fantaseé con la idea de escribir una revista
temática sobre depresión que se llamaría, “¡Deprímase con estilo!” Plagada de
un humor irónico. “¿Por qué ser como cualquiera y dejar que las garras de la
depresión le fastidien la vida?... Aprenda a sacarle el mejor partido y
¡deprímase con estilo!”
La mitad de la revista trataría de como sobrellevar la
depresión y la segunda mitad, estaría enfocada en consejos útiles y enseñanzas
para sacar lección de todo ellos. Así que en realidad serían dos revistas, con
dos portadas en una sola revista. Dos caras de la misma moneda. La segunda
portada llevaría por título “¡Viva bien!” “¡La buena vida!” “¡Disfruta la vida!”
O algo por el estilo...
Pero la idea de convertirme en una experta sobre el tema de
la depresión para escribir una revista sobre depresión… Terminó por ser
deprimente. Y se quedó solo en una fantasía absurda y divertida.
Y en ese espíritu, es que hoy escribo. Para deprimirse con
estilo, lo primero es saber que es la depresión y como nos afecta.
Para empezar muchas personas tienen algunas ideas
equivocadas sobre la depresión con cierta ligereza, dicen “Estoy deprimida(o)”.
Cuando trabajé en una línea telefónica de apoyo psicológico,
aprendí que cuando alguien dice “Estoy deprimida(o)” hay que averiguar más. ¿Tienes
un diagnóstico formal de depresión dictaminado por un psiquiatra, psicóloga(o)
u otro personal de salud?... ¿Cómo te das cuenta que estás deprimida? ¿Desde
hace cuánto tiempo?...
Resulta que a veces, las personas se encuentran muy tristes,
por alguna situación en particular. Se habla y se trabaja sobre esa situación y
si se trata de tristeza común, lo más probable es que disminuya o desaparezca
después de tomar algunas medidas apropiadas. Después de todo la tristeza es una
emoción común, que todas(o) sentimos en algún momento. Pero no se trataba de
depresión.
En otras ocasiones, la persona tiene una razón muy clara
para estar triste, por ejemplo, la muerte de un ser querido. Entonces ahí no se
trata de tristeza común, sino de una perdida y el proceso de duelo respectivo. Hay
que explicarle a las personas entonces cuales son las etapas del duelo y
dependiendo de la perdida el tipo de duelo que se espera.
Un duelo bien llevado, por la muerte de un ser querido, digamos,
puede tomar de dos a cinco años, con la etapa más dolorosa en los primeros seis
meses. Siempre y cuando el duelo no se estanque o se bloquee, pues entonces
puede durar indefinidamente. Aunque un duelo estancando puede conducir a una
depresión. Hay que atender primero al proceso de duelo.
¿Cuándo estamos realmente ante una depresión?...
¿Cómo nos damos cuenta de que estamos deprimidas aunque no
tengamos un diagnóstico formal?...
Lo primero de lo que nos damos cuenta es que hay una gran
tristeza, desde hace mucho tiempo. Y que nos damos cuenta, que no es una
tristeza común, o pasajera. Ni tampoco un proceso de duelo. Puede que ni
siquiera sepamos porque estamos tristes, pero lo estamos.
Además nos sentimos desganadas, con fastidio. Hay una
sensación de que nada importa. Nos damos cuenta que cosas que antes nos
gustaban o nos producían placer, ahora son más o menos indiferentes.
Puede haber sentimiento, de culpa, fracaso o inutilidad.
Trastornos de la alimentación y/o el sueño, hacía los
extremos, o comemos mucho o comemos poco, o dormimos mucho o dormimos muy poco.
Hay una tendencia pesimista al fatalismo.
Puede haber pensamientos suicidas.
Puede haber un descuido generalizado de actividades y
vínculos sociales. Una tendencia al aislamiento.
Un descuido en el aseo y arreglos personales.
En algunos casos, puede haber también junto con la
depresión, una gran ansiedad.
Algo muy importante a tomar en cuenta, es que cuándo la
depresión ya tiene mucho tiempo o es muy profunda, produce un desequilibrio en
los neurotransmisores del cerebro que impiden pensar con claridad.
En esas circunstancias, no basta con fuerza de voluntad para
salir de una depresión, como se dice coloquialmente no vas a salir, “echándole
ganas”. Y tampoco es que meramente estés distraído…
Hará falta un medicamento para restablecer ese equilibrio de
neurotrasmisores. La opción más común entonces es recurrir a los antidepresivos
alopatas y esos solo los puede prescribir un psiquiatra y habrá que tomarlos
por al menos seis meses. Así que será común que además de un apoyo psicológico
se recurra a una interconsulta psiquiátrica.
En mi caso, en algunas ocasiones he utilizado para mí misma como
remedio alternativo, flores de Bach. Eso me devuelve la claridad de pensamiento
y me permite poner las cosas en perspectiva.
Alguna vez me hice la pregunta ¿Soy una persona depresiva o
tengo una vida depresiva?...
Me queda claro, que en mi caso, la depresión no es el
problema en sí mismo, es solo un síntoma de algo que no marcha bien en mi vida.
Me parece que si soy una persona depresiva, sin importar lo
que haga, siempre estaré de una u otra forma deprimida. Y si tengo una vida
depresiva… eso es interesante. Me parece que dependería de si puedo o no
cambiar las circunstancias de mi vida en algo mejor. Si no puedo hacer nada
para cambiarla, eso me llevaría de nuevo a estar deprimida siempre y
técnicamente me convierte en una víctima de las circunstancias. En un personaje
trágico.
Supongo que, si puedo
cambiar en mi vida en algo mejor, entonces la depresión finalmente
desaparecería… El punto es que hasta el momento y después de muchos años, pese
a mis experiencias, conocimientos y saberes aún es algo que no consigo. Y a
veces, dudo de que sea posible. Por tanto, la depresión se me vuelve una
compañera de viaje continua y permanente.
¿Pero y los antidepresivos alópatas y las flores de Bach?...
¿Acaso no te curan?... Me parece que combaten los síntomas de la depresión,
pero no la resuelven del todo. Si no soluciono lo que hay que resolver en mi
vida o adopto una actitud más benevolente ante mis circunstancias, la depresión
tarde o temprano volverá.
Responder a la pregunta de si soy una persona depresiva o
tengo una vida depresiva se vuelve inútil entonces, el punto es que de una u
otra forma la depresión está conmigo y entonces la pregunta es ¿Qué voy a hacer
con ello?...
Dicen que tener una mala actitud es como tener una llanta
ponchada en el auto, no puedes ir muy lejos, a menos que la cambies. Y vaya que
la depresión es cómo una llanta ponchada. Andar todo el tiempo triste,
pesimista, desganada, huraña y evitando a las personas. Definitivamente no ayuda
a moverse y navegar por este mundo.
¿Es el momento de usar la careta de felicidad?... “Payaso,
soy un triste payaso… que oculto mi fracaso con risas y alegría que me llenan
de espanto. Payaso, soy un triste payaso… que en medio de la noche me pierdo en
la penumbra con mi risa y mi llanto. No puedo soportar mi careta ante el mundo
estoy riendo y dentro de mi pecho mi corazón sufriendo…” Ejem, amm, Recordando
al cantante Javier Solis… Regresando a tema.
Sí es el momento de adoptar una actitud más positiva y propositiva,
no necesariamente de fingir felicidad, ni tratar de engañarme a mí misma
negando mi depresión. Sé que estoy deprimida, pero estar y mostrarme siempre
triste no me ayuda. La mayoría de las personas no saben cómo reaccionar a la
tristeza de otras y si no pueden resolver terminan por evitarme y alejarse de
mí. Y eso me cierra más puertas de las que quisiera.
Si me siento demasiado mal, no podré ponerme la careta. Por
eso es importante, saber que si me siento demasiado mal es el momento de
recurrir a los antidepresivos sean alópatas o naturales. Necesito mantenerme en
un nivel funcional, aunque esté deprimida, por eso hay que mantener a raya a
los síntomas más graves.
Intento mantenerme activa y ocupada. Evito concentrarme en
temas negativos que me desgastan y mantener pensamientos positivos y nutricios.
Trato de comer de la forma más balanceada y regular que
puedo, lo mismo que cuidar mis horas de sueño y mi arreglo personal.
Trato de caminar al menos una hora cada día y tomar algo de
sol para favorecer la asimilación de vitamina D.
A una parte de mí, le gustaría si pudiera, evitar todo
contacto social permanentemente. Y aunque al principio puede sonar bien y
producirme cierto alivio, a la larga, el aislamiento prolongado no ayuda.
Necesito el contacto con otras personas. Dar y recibir.
Así es que reviso mis redes sociales con frecuencia. Sí, sé
que para mí son un simulador de interacción social, pero en ausencia de la cosa
real ayudan. Y supongo que filosofo mucho, “Soy viajera y navegante y cada día
descubro una nueva región dentro de mi alma” parafraseando a Jalil Gibrán.
Eso me permite llevar mí día a día y mantenerme funcional. Y
si lo requiero, interactuar con otras personas en niveles apropiados. Pero no
me engaño, ni lo pretendo. En el fondo, sé que estoy deprimida, sé que no estoy
bien.
Por eso cuando me preguntan coloquialmente. “¿Cómo
estás?...” Evito decir “Estoy mal…” y dar una larga relación de mis malestares
y pesares que a nadie importan y no sabrían que hacer con ellos.
Pero tampoco digo, como en las clases de inglés. “Estoy
bien, gracias”. Por lo general respondo algo como “Aquí estoy”… o si hay más
confianza. “En lo que cabe, estoy bien…” Lo cual es verdad, las partes que
caben, nunca son problema. ¡El problema es siempre con lo que no cabe!... O_O
Así es que al parecer en este establecimiento la política es
algo así como: “No estamos bien, pero queremos estar bien, nos mantenemos
operacionales y hacemos lo mejor que se puede con lo que tenemos a mano. Y si
perseveramos a la mejor hasta conseguimos uno que otro milagro.”
“¿Y así pretendes ser psicóloga?...” Esa es una muy buena
pregunta… supongo que entre otras cosas, por ello se me acomoda mejor el papel
de sanadora que el de psicóloga…
Hace tiempo, me pasaron la siguiente cita y me encantó.
“Los chamanes y sanadores son personas heridas que aprenden
a curarse a sí mismas y al aprender a recuperar su salud adquieren la capacidad
de curar a otros. Es un proceso espontáneo y natural. La vocación de ser chamán
es muy parecida a la vocación de enfermarse, pues tiene que ver con la vocación
del descontento, de no conformarse con lo que otros se conforman.
Un chamán es alguien que siente demasiado sus heridas. Todos
nacemos heridos, por el impacto de nacer al mundo. La mayor parte de la gente
se adapta, pero el chamán es el extremo contrario: tiene demasiado contacto con
su experiencia. Y ese descontento lo lleva a que no le queda otra opción que
arreglarse el alma, encontrando en ese camino cosas que otros no encuentran”.
Claudio Naranjo
¿Cómo fue que pasaste de psicóloga a sanadora?... ¿Entonces
te consideras sanadora o Chaman?... Son buenas preguntas, que ya he contestado
parcialmente en otros escritos. Si me lees con frecuencia te habrás dado
cuenta. De todos modos volveré a hablar
de ello en otro momento.
Por ahora para cerrar este escrito sobre la depresión,
mencionaré, que en mi caso, cuando empiezo a ponerme y sentirme irritable por
todo, aunque aparentemente esté bien, es señal de que me acerco a zona
peligrosa, que necesito descansar y bajar el ritmo y si aun así me siento mal,
empiezo con pensamientos demasiado fatalistas y considerar escenarios suicidas,
llego el momento de recurrir a los antidepresivos. Y entonces los tomo.
En teoría, hay quien dice que la depresión es una fijación
al pasado. Algo que se quedó atrás no ha terminado de sanar, y con las pérdidas
que he tenido no lo dudo. Y como dicen, “Si algo sigue doliendo, hay que seguir
trabajándolo hasta que sane”. Por otro lado, por lo general los momentos
difíciles en nuestras vidas tienden a ser una fuente de gran sabiduría, si
sabemos ser pacientes y aprender de tales experiencias.
Pero me parece que en mi caso, la depresión me ha resultado
una maestra tozuda a la que encantan los enigmas, los acertijos y hacerme
pensar. Que se reniega a compartirme su sabiduría como no sea a cuentagotas.
Supongo que lo merezco, siempre he sido como alumna algo testaruda y preguntona.
Y a mí que no me gustan las divagaciones filosóficas, pues al que le dan pan
que llore.
“¿Oye, y no has pensado ir a terapia?...”
Otra muy buena pregunta. Pero eso será tema para otra
ocasión. ;-) Gracias por leerme.
Comentarios
Publicar un comentario