Eon, Imesex y Hormiga
Como creo haber mencionado, en mi seguimiento terapéutico
ahí, aprendí, que en lo personal, no me hacía falta tener una vagina para ser
mujer. Así es que me redefiní como transgénero. Mi terapia de acompañamiento,
iba bien, y había empezado mi tratamiento hormonal, cuando platicando con
Hormiga, pensamos en algo que hasta ese momento no estaba en nuestros planes.
Tener familia.
Como decidimos que sí queríamos. Tuve que suspender mi
tratamiento hormonal, y hasta acudí, a hacerme un conteo de esperma, toda una
anécdota, pues para entonces ya tenía más de un año viviendo tiempo completo
como mujer, y volver a ponerme el disfraz para fingirme hombre, fue difícil,
sorprendente y divertido, pues por más que hacía, aunque tuviera ropas de
varón, me seguía viendo en el espejo como chica. Fue frustrante, intentar
varias veces concebir, ilusionarnos y luego la decepción, casi nos dimos por
vencidas.
Para 1999, por iniciativa de Anxélica y con el apoyo de las
instalaciones del Imesex, organizamos una serie de conferencias sobre
transgénero, que conjuntaban a personas trans, activistas, académicos y
profesionales de la salud, que atendían a población transgénero. El evento se
llamó “Días de transgénero”. Y tendría un par más de emisiones en los dos años
consecutivos.
Después de leerles y pedirles su opinión sobre el primer
capítulo del Aprendiz, Anxélica, Maná y Hormiga, me pidieron que siguiera
escribiendo, e hice buenos avances, a veces, escribía un capítulo por semana,
aunque a veces pasaban semanas, sin que escribiera nada.
Hice mis estudios en sexología educativa, y más tarde empecé
a cursar la maestría en sexología educativa, sensibilización y manejo de
grupos. Que fue una intensa aventura, pues implicaba trabajar con nuestras
emociones. Y muchos de los ejercicios que se hacían como fantasías dirigidas,
no eran muy diferentes a sesiones de meditación, así es que sin proponérmelo.
Estuve haciendo meditaciones todo ese tiempo. En mi
formación como sexóloga, la teoría fue más informativa que formativa para mí,
pero algunos de los ejercicios de sensibilización que hacíamos, me revelaron
aspectos de mí que desconocía.
El primero, que encontraba el contacto humano, desagradable
y doloroso. Cuando al final de un ejercicio de contacto, mis compañeras y
compañeros hablaban de que tan placentero había resultado y como lo habían
disfrutado. Para mí, había sido aterrador y generador de angustia. Con el
tiempo y otros ejercicios, descubrí, que en parte era, mi trauma de nacimiento.
La Bionémica, es una disciplina que explora y sana las
memorias corporales, pues todas nuestras experiencias quedan grabadas en
cuerpo, aún las intrauterinas. Así que tuve oportunidad de a través de las
memorias guardadas en mi cuerpo, recordar y experimentar de primera mano, lo
angustioso que fue mi nacimiento, la sensación de asfixia, y la abrumadora
sensación de sentir que mi cuerpo se movía solo, al recuperar, esas memorias.
Descubrí, que como
una posible consecuencia de esa experiencia traumática, mi cuerpo se había
hipersensibilizado, a tal grado, que los estímulos me resultaban dolorosos.
Luego entonces, la historia que yo me había contado por tanto tiempo de que yo
era una persona fría e insensible, se venía abajo, en realidad era tan
hipersensible que para poder evitar el dolor que los estímulos me producían, me
había tenido que bloquear.
Durante las horas de comida, en el Imesex, cuando el demás
personal salía, yo comía lo que había llevado de casa, pues la zona era cara
para comer afuera, y solía navegar en internet ociosamente. En una de esas
ocasiones, descubrí algunas páginas con relatos de feminización forzada en
inglés, y yo estaba maravillada.
Pues ahora resultaba que las fantasías como las que yo había
tenido desde la infancia, no sólo me ocurrían a mí, le ocurrían a muchas otras
personas y constituían todo un subgénero literario. Empecé a leer historias y a
juntarlas. Así fue como supe de las sissies, un concepto que en ese entonces me
producía sentimientos encontrados.
Durante el tiempo que estudiaba la maestría en
sensibilización, pasé por una profunda crisis, no sé si como consecuencia, de
los ejercicios o simplemente como un acumulado de lo que me había pasado hasta
el momento. Me deprimí fuertemente y hasta pensé en el suicidio. Mi terapeuta
que era psiquiatra, consideró a bien prescribirme antidepresivos.
Y eso, me dolió en el
ego, como yo, la gran psicóloga, había resultado incapaz de controlar sus
emociones y librarse de una depresión, al grado de tener que recurrir por vez
primera a los antidepresivos… Pero los necesitaba, y me hicieron bastante bien.
¿Qué originó mi depresión?... Es cierto que durante mi
infancia y juventud, tuve un carácter retraído y melancólico, más dado a la
introspección. La sensación de sentirme ajena y extraña me ha acompañado toda
la vida, a veces con mayor intensidad que otras. De adolescente, yo solía
bromear y decía que así como había personas que a veces, pasaban por periodos
depresivos, yo a veces pasaba por periodos de sanidad, dando a entender que la
depresión era mi estado natural.
Sin importar, desde esas edades me había prometido a mí
mismo, misma, que jamás atentaría contra mi propia vida. El no haberme podido
vivir como mujer en mi infancia y juventud, podría ser una buena explicación
del porque tal tendencia a la depresión, pero ahora, que ya era mujer… ¿Qué
había pasado?
Dejaré un momento en el aire la pregunta para revisar otros
aspectos de mi vida en aquel entonces.
Con Eon, había pasado algo similar a lo que pasa con otros
grupos, quienes entramos al principio, cubrimos un ciclo, en el que nos
informamos y concientizamos. Quienes llegaban después tenían que empezar su
ciclo, que resultaba un tanto aburrido para quienes ya habían pasado por él. Y
periódicamente se escuchaban ciertas propuestas.
Algunas personas sugerían, pero, no querían tomar
responsabilidad. ¿Por qué además de las
reuniones de los sábados cada quince días, no hacen reuniones entre semana? De
acuerdo, ¿Cuándo empiezas? ¡Ay, yo no puedo, que las haga alguien más!... Con
el tiempo aprendimos a sonreír ante tales propuestas, sin darles tanta importancia.
¿Por qué no nos reunimos varias y rentamos un local?...
Hacía el exterior del grupo parecía aún más difícil.
Queríamos hacer cambios sociales, queríamos que las leyes cambiaran, pero lo
cambios, cuando se daban parecían hacerlo a un ritmo muy lento. Es algo cansado
y molesto por tercer año consecutivo y por enésima vez tienes que hablar de los
mismos conceptos básicos, sin que aparentemente se den los cambios sociales.
Eventualmente, dejé de hacerme cargo de las reuniones
quincenales. Me parecía, que el próximo pasó para que el grupo siguiera
creciendo era, hacerlo un proyecto rentable que pudiera generar sus propios
ingresos, convertirnos en una asociación civil, para ello planee una
reorganización que implicaba una capacitación y una profesionalización de las
asesorías que brindábamos.
Convoqué a la primera generación del grupo, quienes
formábamos el staff, a una serie de pláticas y reflexiones, en donde intenté
transmitirles parte de lo que había aprendido en mi formación como sexóloga.
Tristemente, no obtuve mucha respuesta, las compañeras no asistían o cuando
asistían llegaban tarde, fui entendiendo que no tenían mucho interés en ello.
Era un pasatiempo, al que le dedicaban el tiempo que podían,
cuando podían. Creo que una vez más me encontré ante un viejo fantasma
conocido, las personas podían quejarse, pero no estaban dispuestas a hacer
mucho para cambiar las cosas, y eso incluía a la gente trans. Anxélica se había
hecho cargo de las pláticas en Parque Hundido, mas cuando Maná resultó embarazada,
Anxélica le fue dejando las reuniones a Silvia.
Con el Imesex, al principio yo me había sentido muy
contenta, me había puesto la camiseta y me sentía parte de la Institución y de
su discurso humanista. Sin embargo con el tiempo, me empecé a dar cuenta, que a
veces el instituto no era congruente con el discurso que pregonaba, como cuando
personal del mismo actuaba de forma déspota, grosera o autoritaria, o cuando,
algún docente, hacía del plantel de alumnas, su séquito privado para buscar
pareja en turno.
Con Eon y como activista había obtenido cierta notoriedad y
protagonismo, en el Imesex era sólo una empleada o una becaría, creo que me
sentí algo olvidada y excluida. Además de las tareas que hacía me parecía
monótonas, aburridas y poco estimulantes. Y lo peor, en algún momento pensé con
ilusión que con el tiempo podría ser parte del instituto, quizás como docente o
investigadora.
Me fui dando cuenta que los puestos del personal, eran poco
y prácticamente vitalicios. Hasta que quien lo ocupaba muriese o se fuese del
instituto no habría vacantes. Sí, me llegaron a llamar para que diera clases un
par de veces al año, pero eso no era suficiente para generar un ingreso estable
y la posibilidad de ocupar en una plaza en el instituto se esfumó.
Ya estaba terminando mis últimas materias en la Universidad,
pero tristemente me fui dando cuenta, que aunque terminará y me titulara, eso
no iba a cambiar mucho mi situación laboral, seguía siendo una mujer
transgénero y mis documentos legales aún estaban a mi nombre masculino.
Aquella historia que me habían vendido y que me compré, de
que quien tiene estudios merece todo y tendría el mundo a sus pies en charola
de plata, era una falacia. La ayuda económica que el Imesex, me daba, no había
aumentado, desde el inicio.
La relación con Hormiga, estaba bien, en lo general, nos
amábamos mucho, como todo pareja, a veces teníamos nuestras diferencias y
discutíamos. Ella tendía a ser explosiva en sus enojos y yo procuraba calmarla.
Me parece que hasta ese punto nuestras diferencias o discusiones no fueron
muchas.
Pero dicen que cuando la falta de dinero entra por la
puerta, el amor sale por la ventana. Nos faltaba dinero y decidimos abrir una
tienda esotérica. Yo pedí préstamo en el Imesex, y con lo que Hormiga había
ahorrado, rentamos un local y compramos algo de mercancía. Casi al mismo
tiempo, se nos ocurrió casarnos, cosa que hicimos en la iglesia de la comunidad
metropolitana, ambas de vestido blanco. El día después de nuestra ceremonia de
santa unión, en lugar de tener una bonita luna de miel, tuvimos que ir al local
y terminar de pintarlo para inaugurar pronto…
Nos fue mal con la tienda y al mes tuvimos que cerrar. Y
teníamos deudas por pagar. Hormiga dejó de trabajar en la boutique esotérica,
en la que había venido trabajando y empezó a vender por su cuenta, se asoció a
un pequeño grupo de emprendedores que eran convocados a eventos o ferias de
productos para vender. O a veces, en la calle. Yo la ayudaba, siempre que me lo
pedía, pero las ventas no son mi fuerte, a ella le iba mejor con las ventas,
viene de una familia de comerciantes y ya en otras ocasiones había vendido.
Pues creo que todo eso era lo que se me había juntado para
la depresión. Por fortuna los antidepresivos me cayeron bien y me fui
recuperando. Fue entonces cuando nuestra hija, llegó a nuestras vidas. Y nos
llenó de ilusión. La recibimos, lo mejor que pudimos, como madres primerizas,
tuvimos el apoyo de Anxélica y de Maná, a quien ya llamábamos por su nombre de
pila, Shantall. Que hacía unos meses también habían tenido a su pequeña.
A veces, Hormiga cuidaba a la niña, a veces, la cuidaba yo,
incluso me la llegué a llevar al Imesex, y ahí la tenía a mi lado, en el
escritorio donde trabajaba.
Para la tercera y última emisión de Días de transgénero,
Anxélica y yo preparamos una plática performance sobre feminización forzada,
ella salía de Domina y yo de maid, fue la primera vez que use un uniforme de
maid, recuerdo que en ese entonces me era algo neutro, pero el sentirme sumisa
y acosada, no lo fue; descubrí otras sensaciones interesantes, como la opresión
de un corset.
Silvia, que se había quedado a cargo de las reuniones del
grupo, por motivos personales, tuvo que irse a radicar a Xalapa, se hizo cargo
del grupo, entonces, la Profa. Gamboa, que tenía muchas ganas de hacer las
cosas, pero no la mejor preparación.
Después de algunos meses, en que nos pareció que la
Profesora, estaba cometiendo demasiados errores y apartando al grupo de lo que
había sido su trayectoria, Anxélica y yo, decidimos que lo mejor sería cerrar
el ciclo de operaciones del grupo. Así fue como llegó a su fin, las actividades
de Eon, Inteligencia transgenérica.
A principios del 2002, yo ya había terminado la maestría en
el Imesex, necesitaba ganar más dinero, y quise probar suerte trabajando por mi
cuenta. Así es que di las gracias en el Imesex, y comencé una tortuosa búsqueda
de trabajo. Seguía siendo una mujer transgénero sin documentos a mi nombre.
Fue mucho más difícil de lo que yo había imaginado. Conseguí
de nuevo un trabajo como docente, en una preparatoria abierta, pero era la
primera vez que fuera de los foros de sexología, volvía yo a dar clases como
mujer. Ya no tenía el idealismo que tuve en mi juventud, y por otro lado, me
mantenía a distancia de mis alumnos y alumnas temerosa de que pudieran leerme
como transgénero.
Como suele pasar en ese tipo de escuelitas, en algún momento
me quedé sin grupos y sin horas, además de que me estaba estresando demasiado.
Ya no nos estaba alcanzando para cubrir los gastos y menos con la hija.
Hormiga, que tenía familia en Tabasco, sugería que nos fuéramos para allá, y en
los últimos meses del año, fabricar piñata, para venderla en diciembre. Yo no
quería, pero tampoco tenía una mejor opción. Como en ese tiempo hubo huracán,
en el golfo, tuvimos que cambiar el plan, dejamos nuestro departamentito donde
habíamos sido felices, y nos tuvimos que mudar a casa de su familia en
Xochimilco.
Eso fue horrible. Su familia nunca me había querido, pero
Hormiga se había impuesto y por ella me habían tolerado. Estando allá pude
advertir, como las presiones y las dinámicas de su familia la hacían
violentarse más. Ella seguía saliendo a vender, y yo me quedaba en casa,
cuidando a la hija. Estaba terminando de escribir mi tesis de licenciatura. Yo
no tenía trabajo y de lo último que me había caído, escribir unos artículos
para una revista, salió mal y no me los terminaron de pagar.
Tuvimos, una última discusión, no recuerdo a bien por que
fue. Creo que yo no había bañado a la niña, estaba escribiendo en la
computadora. Hormiga se molestó y amenazó con apagarme la computadora, yo no la
dejé y forcejeamos un poco. Como en otras ocasiones, me dijo, que ya no quería
que estuviéramos juntas. Y está vez, yo ya no quise calmarla. Y le dije que yo
tampoco quería que estuviéramos juntas.
Al día siguiente, empaqué algo de ropa y mi computadora. Y
muy triste, fui a pedir asilo a casa de Anxélica y de Shantall. Mi relación con
Hormiga había terminado. No tenía trabajo, no tenía casa, y lo más cercano a
una familia fueron mis amigas. Regresar a la casa familiar no era una opción en
ese entonces. Y se iba a poner peor…
Continuará.
Tomado de: Bio contada a Cindy (Fragmento)
En la primera foto, en la primera emisión de “Días de
trasgénero”, Anxélica, Shantall, Xavier Lizarraga, Juan Luis Álvarez-Gayou,
Rodolfo Alcaraz y una servidora. En la segunda foto, Ceremonia de santa unión,
Hormiga y yo en el 2000.
Comentarios
Publicar un comentario