Explorando mi herencia sissy
Mi uniforme escolar está listo, falda escocesa tableada en verde y azul, blusa blanca, calcetas blancas. Mis zapatos negros mary jean. Mi suéter es azul marino con botones dorados. Tiene un escudo rosa, que dice, arriba “campo sissy” y abajo “sissies sois puerta y llave”.
Tengo mucha ilusión y emoción de usarlo. Pero espero tener una ocasión especial para usarlo, ya que no hay inicio de clases formales. Vaya, ni siquiera existe una escuela llamada “campo sissy”, al menos no aún, como no sea más allá de mi imaginación y fantasía…
El uniforme me da un aspecto un tanto infantil, esa es la intención, aunque cualquier persona que me vea con el se daría cuenta que no soy una niña, ni siquiera una adolescente. Hace tiempo que cumplí la edad adulta.
No se trata sólo de un disfraz. Es un indicador de que soy sissy. Este uniforme es un traje más conservador y menos llamativo que el vestidito rosa de niña pequeña con encajes y crinolinas, que a decir verdad, aún me asusta un poco, y no creo haberme ganado aún el derecho a usarlo.
Desde hace un par de años más o menos, empecé la exploración de lo que ahora llamo mi “herencia sissy”. En buena medida tiene que ver con vivirme el mayor tiempo posible con la actitud de una pequeña niña dócil, delicada y muy femenina, según los estereotipos; bajo las órdenes de una figura de autoridad femenina a quien llamo “Miss” o “Mentora”.
Sé que suena a juego sadomasoquista o a feminización forzada, pero si bien tiene algo de juego de rol, para mí, es algo más que todo eso. El centro de mi exploración sissy no es la parte sexual, ni el dolor-placer por sí mismos. Yo decidí y elegí voluntariamente tener esta vivencia. Nadie me obligo a tenerla.
Hace algunos años estaba en un mal momento. Pasaba por una crisis existencial. Cuando la situación empezó por fin a mejorar y conseguí un trabajo estable, pude entonces buscar en mi interior y me encontré con esto. Mi maravilloso mundo sissy. El centro de mi exploración está basado en una búsqueda de crecimiento personal y espiritual, y con algunas cosas que lo atoran, cosas que duelen, y a vece con un exceso de orgullo que se vuelve egoísmo.
Ser sissy me ha enseñado a tomarme la vida de una forma más ligera y alegre. Me ha enseñado a mirar las relaciones entre las personas de otra forma, sobre todo cuando hay jefes(as) y personas que obedecen. Me ha enseñado a ver de otra forma las actitudes de poder. Me ha enseñado a sentir más y pensar menos (creo que antes pensaba demasiado). A preocuparme menos y a disfrutar más la vida. A quejarme menos y a ser más positiva y a proponer más.
Cuando fluyo en sissy mi actitud y lenguaje corporal cambia, se vuelven más suaves. Mi voz se agudiza más sin que se vuelva forzada o chillona. Mi forma de ver y percibir el mundo cambia, soy más sensible. Y casi todo el tiempo tengo una sonrisa en el rostro, y buen humor. Lo disfruto mucho.
Es como si un maravilloso halo descendiera sobre mí. Pero no puedo fluir de ese modo por largos periodos de tiempo. Mis pensamientos y mis actividades cotidianas me sacan de ese ¿estado alterado de conciencia? Como una mujer transgénero adulta, tengo que ganarme la vida. Por eso trato de practicar todo el tiempo posible mi conducta sissy. Ser sissy se ha vuelto para mí una actitud y una filosofía de vida.
Aún no sé muchas cosas de hasta donde me llevará está exploración y como afectará mi vida. Intento averiguarlo.
Escribo este blog con la intención de compartir un poco esta vivencia. Tal vez, me encuentre algunas “hermanas” sissies que aún no saben que lo son, o tal vez, alguna Miss o Mentora en busca de espacio y causa, que me ayude a explorar y a entender.
Tal vez, sólo alguien que me lea y a quien mis escritos
puedan mover algún sentimiento o idea. Creo que los diálogos con respeto son
enriquecedores. Aunque creo que tal vez, me pasaré un buen tiempo escribiendo
sin que haya algún dialogo. Aún así me será un buen ejercicio para ordenar mis
ideas y con suerte, tal vez, tú quieras platicar conmigo.
Escrito y publicado originalmente 16 de mayo
de 2009. Abrí por ese tiempo un blog, que no pasó de tres o cuatro entradas
antes de que lo abandonara.
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