LEGADOS
Por Evaith Horizont
Un cuento BDSM, que presenté para un concurso en el Círculo BDSM de Argentina en octubre del 2013. Para que vean que también puedo escribir cuentos BDSM con un toque vainilla... ¿O era al revés?...
En cuanto cruzaran esa puerta, todo cambiaría, una vez más. Ella caminaba a su lado, con una maliciosa sonrisa de satisfacción. El elegante atuendo negro que vestía, incluyendo el sobrero de ala ancha y los guantes largos no era tan común en ella, sobre todo siendo tan joven, y comúnmente, prefería la comodidad al refinamiento; que tanto gustó a su finado Amo. Pero la ocasión, lo ameritaba.
Había sido un largo camino, un largo entrenamiento. Ella se permitió dedicarle una última mirada y no pudo evitar la placentera evocación satisfactoria. El hombre a su lado, le llevaba varios años de edad, aunque no tantos como su anterior Amo. Y sin embargo, le pareció, tan ingenuo e ignorante, al conocerlo, que realmente dudó que tuviera alguna posibilidad.
Pero el amo solía decir, “La belleza y el talento, están en todas partes, sólo tienes que encontrarlo y hallarás un tesoro. Aun un guijarro, sin ser una joya, puede ser objeto útil, y valioso. El artesano con paciencia y dedicación le dará nueva forma o resaltará lo que la mirada de su corazón le ha mostrado que puede ser.” Al principio, se había sentido muy insegura, al hacerlo. Pero lo había aceptado como una última petición, aun sin saber que le estaba pidiendo. Entendió entonces el porqué de los cuestionamientos de años atrás, y la instrucción especial, tan diferente a la elección que hiciera al alcanzar su pubertad en Persefonía.
Tal elección le había procurado, tanta felicidad, satisfacción y placeres. El Amo sabia, ella misma, se consideraba una valiosa pieza, creada por él. Y si podía hacer al menos, una mínima parte de lo que el Amo había hecho por ella, estaría satisfecha de mantener vivo el recuerdo y las enseñanzas que aprendiera con tanto amor y devoción. El hombre a su lado, esbozó una sonrisa, ante su mirada.
Inconscientemente bajó la mirada, antes de recordar, que ya no tenía que hacerlo. Lo que hizo sonreír a ella traviesa, en vez de la sonrisa burlona que tanto había mostrado a lo largo del último año. Y vaya que se había reído de él, a su lado había conocido vergüenza, y humillación como nunca pensó sentir. Y ciertamente, el dolor, no había sido de su agrado, su espalda y nalgas aún portaban las marcas de la sesión anterior, y el escozor que le producían con el calorcito que levantaba era un recordatorio difícil de olvidar.
Como le hizo sufrir en esa última sesión. Y sin embargo, había aprendido a confiar en ella y encontrar el disfrute, sirviéndola y complaciéndola. Le había mostrado un mundo que le había resultado tan ajeno al principio, tan diferente y ordinario de la vida que había llevado. Sí, al principio, todo le había parecido una locura descabellada, pero la recompensa, prometía. Dicen que hay que tomar las oportunidades cuando se presentan.
El tomar el extraño regalo que la vida le ponía enfrente resolvería todos sus problemas económicos… si lograba obtenerla. Y lo había conseguido, pese a los momentos de desesperación en los que quiso renunciar, olvidarse de todo y simplemente volver a lo que había sido su vida. Con el estrés, los altibajos y la lucha cotidiana por el sustento. No era una gran vida, pero al menos, era libre, se ganaba la vida con su esfuerzo y sabía que esperar. Pero ella, no se lo había permitido, no lo dejó.
Es cierto, había estado en una jaula de oro, que no dejaba de ser prisión y con el torce del esclavo al cuello. Pero la puerta de la jaula siempre, estuvo abierta. Ella no le retuvo, ni por fuerza, ni con atadura alguna, era verdad, hubo muchas sesiones de bondage y shibari, pero ella siempre había estado atenta, por si la palabra era pronunciada. Y en algunos momentos estuvo a punto de hacerlo. Sin embargo, ella supo siempre el momento exacto, para detenerse, de ofrecer consuelo, relajamiento y la caricia sanadora. Lo había hecho sufrir sin medida, pero le enseñó placeres, que no creyó que existieran.
Encontrar placer por el
dolor, quien lo diría… Pensó él que hasta un año desconocía este mundo, No
estaba seguro de que artes o magia se había valido ella, para hacerle
permanecer, pero se sentía tan unido, que ahora le era difícil concebir la vida
sin su presencia. Y tenía que reconocer que la experiencia, le había hecho
madurar y ver la vida de otra manera. ¿Qué pasaría ahora?...
“Después
de revisar, cuidadosamente, las pruebas aportadas por la señorita Perséfone de
Grant, puedo decir, que el cumplimiento de las clausulas está totalmente satisfecho.
Sin embargo, dadas las peculiares condiciones de esta sucesión, tengo que
preguntarlo una vez más. ¿Están seguros los dos de que esto es lo que desean?...”
Preguntó el hombre tras el escritorio, en costoso traje de diseñador italiano.
“Estamos de acuerdo.” Contestaron unísonos. Lo que hizo sonreír a ambos. La sonrisa del Letrado fue más modesta, y con un aire de resignada comprensión. En su larga carrera había visto peticiones extrañas y arreglos insólitos. Y viniendo esto de un excéntrico magnate como Augusto Grant Báratro, no debía causarle tanta extrañeza.
Pero que una joven heredera, que había pasado la mayor parte de su vida aislada del mundo, en Persefonía la comunidad fundada por su protector y después esposo; renunciará a la mayor parte de una cuantiosa fortuna, por seguir conservando las propiedades que fueran de su difunto esposo no era algo que pasara todo los días.
Y el hombre de leyes, estaba seguro de que no se trataba de una joven tonta o ignorante, por el contrario, era una joven muy inteligente, brillante, y aunque nunca había acudido a una escuela, había contado con una educación excelsa, siempre en manos de tutores profesionales de varias partes del mundo, dominaba seis idiomas, y un par de lenguas muertas, poseía una cultura enciclopédica, y bastos conocimientos en ciencia, técnica, arte, medicina, historia, religión, psicología, filosofía y antropología.
No estaba nada mal para una niña huérfana rescatada de las calles de Tailandia. Y aunque había viajado en pocas ocasiones a distintos países por todo el globo, conocía mejor la cultura de esos países que sus propios habitantes. Con todo consideraba a Persefonía, su hogar, el mejor lugar del mundo.
En cuanto al heredero, no dejaba de causarle también asombro al profesional. Se trataba de un lejano pariente del finado Grant, había sido rastreado por varios detectives y requerido, cuando dos herederos previos, se rehusaron tomar posesión de la herencia y continuar con el legado, de “Hades”, sobrenombre, que Augusto Grant había usado en las prácticas y difusión del BDSM. Hombre de negocios había logrado crear un imperio por medio de revistas, libros y películas y media docena de exclusivos resorsts dedicados a las prácticas BDSM.
Ese mismo Amo Hades, había nombrado como heredera universal de todas sus cuentas bancarias a la joven rebautizada como “Perséfone”, quien tendría que renunciar a las propiedades que habían sido de su esposo para poder tomar posesión y abandonar la vida de “sumisa” que gustosa había elegido a los doce años. Hades le había dado la opción de elegir ser sumisa, domina o switch en ese entonces.
Fácilmente podría haber sido una domina millonaria, pero la joven había idolatrado tanto al amo, que sólo una opción la había hecho feliz cuando tuvo que decidir. Con su última voluntad, el viejo Hades, la había condicionado.
Si quería permanecer en la propiedad en la que había vivido toda su vida, y mantener el rol de sumisa que tanto le gustaba, tendría que renunciar a la cuantiosa fortuna, aunque conservaría las propiedades, y por supuesto, encontrar a un digno sucesor que continuara con el legado de Grant. Y para ello, tendría que “reclutar” a un heredero, y asumiendo ella misma papel de domina que le era ajeno, instruirlo en la cultura, práctica y disciplina del BDSM, manteniéndolo en servidumbre por espacio de un año.
Al término del cual, el heredero tendría la opción de retirarse con la mayor parte de la fortuna del imperio Grant, o renunciar a tal herencia en vías de una compensación más modesta, que de todos modos le aseguraría una vida cómoda y lujosa, además de convertirse en propietario y gobernante de Persefonía, la comunidad utópica, establecida en una pequeña isla por Grant, que no obstante podría considerarse un pequeño país.
Sus habitantes, practicantes de una cultura mezcla de
hedonismo y disciplina, adoraban el BDSM y vivían en una cultura que lo
aceptaba y fomentaba. Esperaban con ansia al nuevo Amo, y por supuesto tal
nombramiento implicaba, el placer y responsabilidad de ser el Amo de la joven y
bella Perséfone.
Al salir, del despacho, una vez firmados los documentos necesarios. La mujer del elegante traje negro, bajó la vista al piso y volvió a tomar la actitud dócil y sumisa que por elección y gusto, le eran más propia. “Nunca pensé que disfrutaría tanto esto”. Dijo él que hasta entonces, había sido un hombre vainilla, más o menos común. El atuendo seminformal que portaba, le sentaba bien, a pesar, de la barba de dos días sin afeitar y el aire de agotamiento que tenía. Su cautiverio bajo el Ama Perséfone había sido extenuante.
La joven se postró de rodillas y aun con la vista en piso habló con una humildad que el hasta entonces esclavo, jamás había escuchado en sus labios. “Mi señor, ahora, estoy para servirlo y complacerlo”. Él supo que así sería, mas ser un amo a la altura de una sumisa como Perséfone, no iba a ser nada sencillo.
“Te empeñaste con mucho tesón en enseñarme a ser un buen sumiso y esclavo. Ama Perséfone, mmm, no, ahora sólo Perséfone. Me costó, aprendí, justo es que te devuelva un poco de lo que me enseñaste.” Dijo con una gran sonrisa “Gracias, Señor espero estar a la altura de sus requerimientos” Respondió la de nuevo sumisa, sabiendo que disfrutaría lo que estaba por venir.
“Hablando de eso, me enseñaste muy bien a ser sumiso, e incluso llegué a disfrutarlo” Pero no sé mucho acerca de ser un Amo… Creo que tendrás que enseñarme y no estoy tan seguro de que pueda hacerlo bien, no fui precisamente una persona dominante a lo largo de mi vida, y después de todo este adiestramiento que me diste, no creo que me resulté fácil.
La joven Perséfone asumió una ligera sonrisa antes de alzar su rostro y con humildad señalar, “Con gusto le enseñaré como hacerlo, Señor, y podrá aprender, como yo aprendí. No es lo que más me guste, Pero el Amo Caronte, que en paz descanse, me lo pidió. Aprendí bien de él como ser dominante, antes que él muriera y aprendí a disfrutarlo; estoy segura, que otro tanto podrá hacer usted”.
Sólo el tiempo podría saber lo que pasaría
entonces, pero ambos estaban dispuestos a averiguarlo. El nuevo, inexperto y
recién nombrado “Amo Hermes”, gobernante y Señor de Persefonía suspiró. “Ser tu
Amo, no me será sencillo. Tengo mucho que aprender. Sé que será un largo
camino, más recorrerlo en tu compañía, será un placer”. La joven Perséfone, de nuevo, en un tono
modesto que Hermes no le conocía dijo esbozando una sonrisa maliciosa. “El
placer será mío, mi Señor”.
Comentarios
Publicar un comentario