Los inicios de mi vida, socialmente como mujer


Por Alejandra Zúñiga Reyes

Aun no vivo la vida que quisiera. Me esfuerzo y sigo tratando de conseguirla cada día. Por lo que cuento poco sobre mi vida en la actualidad. Alguien me preguntó “¿Por qué insistes tanto en contar sobre el pasado?...” Me parece que a veces tenemos que recordar de dónde venimos, para entender quién hemos sido y hacía dónde vamos.

Sabía ya de la prueba de la vida real, y sabía que tendría que vivir y hacer vida como mujer al menos durante un año, y sabía que eso no lo podría hacer en la casa familiar. Empecé a hacer planes para salir de casa a finales de ese año, 1996, tendría yo ya casi 30 años. Necesitaba conseguir algo de ropa, pues la que tenía no era muy presentable para salir a la calle.

Sin embargo, un fuerte pleito que tuve mi hermano, me obligo a acelerar mis planes, y salir de casa a mediados de ese año, para empezar mi transición, y mi nueva vida, ya como una mujer independiente.

El primer año.
Son muchas las cosas que tendría que contar de mi vida a partir del momento en que empecé mi vida como mujer. Pero eso me tomaría demasiado tiempo y demasiadas hojas. Así que procuraré ser sintética.

Como mencioné, mi salida de la casa familiar se apresuró, y a finales de junio del 96, había conseguido rentar un cuarto en una colonia proletaria, lo renté, con mi finiquito de mi último trabajo en una escuela. Así es que técnicamente estaba desempleada, pero confiaba en que pronto encontraría un trabajo nuevo. (¡Qué fe la mía y qué tiempos aquellos!) Ya tenía algunos días viviendo ahí, cuando tuve la oportunidad de acudir a mi primera marcha, del entonces, “Orgullo, lésbico gay”. Haría algunos meses que me había acercado a la comunidad lésbico gay, a través de un grupo de apoyo homosexual.

Pronto me quedé sin dinero y la dieta regular eran tortillas tostadas con mayonesa, café y galletas de animalito, no había para más. Por fortuna, para mediados de julio, ya tenía un trabajo nuevo. En una de las primeras líneas telefónicas de Tarot, que hubo en México. Ahí fue donde conocería a una de mis mejores amigas, hasta la fecha. Y también a la que sería, mi pareja de vida por seis años. Todavía llegué a ese trabajo con rol y ropas masculinas, aunque, usaba el cabello y las uñas largas, acostumbraba a usar ropa algo formal, en colores sobrios, y no era afeminado, por lo que supongo que mi imagen resultaba un tanto peculiar. En varias ocasiones, hubo quien me preguntó si era músico, ji ji. Me excusaba yo, lo único que sabía tocar, era la puerta.

Solía escuchar en la radio un programa dirigido a la comunidad gay, una persona había estado convocando para formar un grupo de travestis y transexuales. Y el 20 de julio sería la primera reunión en un conocido parque, en la zona suroeste de la ciudad. Fuimos poco menos de diez personas las que acudimos en aquella ocasión. Nos presentamos, platicamos de nuestras experiencias de vida y de lo que querríamos de un grupo. Hasta donde recuerdo, fui la única que se presentó en fem, ese día, y pusieron ojos de sorpresa, cuando les comenté que estaba estudiando psicología, que era transexual, que quería operarme y me gustaban las mujeres… ¡Ah, tenían y teníamos tanto que aprender!

De ahí surgió, lo que sería el primer grupo, propiamente transgénero en México, El grupo Eon, nombrado así, en honor a un célebre caballero travesti, de la Francia de Luis XV, militar, espía, diplomático y consumado esgrimista. En ese entonces, se decía y se pensaba, que tanto travestis como transexuales, en la Ciudad de México, eran todas, personas, o tontas o locas, dedicadas en muchas ocasiones al trabajo sexual. Una de nuestras intenciones como grupo, era desmitificar tales versiones y mostrar que las personas travestis y transexuales podrían encontrarse en variadas profesiones y ser personas inteligentes. Así que poco después, tomamos como slogan, que seguía al nombre del grupo, “Inteligencia transgenérica”.

Por ese entonces, yo era la única que vivía sola, y la única que podía hacer vida como mujer, al menos, fuera del trabajo, donde como mencioné, aún acudía con mi imagen “masculina”. Así es que mi “cuarticasa” se convirtió en la “transcueva” dónde nos reuníamos de forma privada para organizar al grupo. En el “Parque Hundido”, donde, nos reunimos por primera vez, seguimos organizando reuniones de apoyo y reflexión cada quince días. Mi aporte al grupo, fue el apoyo psicológico y compartir la información que a lo largo de años había acumulado sobre los temas que nos interesaban. Aportando así, un elemento científico y de divulgación.

Bien, ya tenía, trabajo, y ahora tenía un nuevo grupo de amigas y una causa, que hacía eco a mi propio proceso de aceptación y construcción como mujer transexual. Y se iba a poner mejor. En una lectura de prueba de cartas españolas, me habían pronosticado, que pronto, en un mes, yo iba a encontrar una pareja amorosa.

Recibí tal predicción con escepticismo. Como, yo que era tan racional, tan incrédula del amor, y ahora, mujer transexual de closet (en el trabajo aún no sabían) ¿iba poder encontrar pareja? Sobra decir, que no puse más atención a tal idea y me olvidé de ella. La vida siguió su curso, entre mis compañeras de trabajo, hice amistad con una chica, que me cayó bien. Algo que me atrae de las mujeres, es una mezcla de fortaleza de carácter, con nobleza de espíritu o bondad. Y era algo que “Aquamarina” tenía. Yo no sabía aún si iba a terminar gustando de hombres o de mujeres, lo único que sabía, era que tenía que presentarme como la mujer que era. Así que apreciando a esta nueva amistad, quise sincerarme y mostrarle como en realidad era. Así que un día la cité antes del horario de trabajo y me le presenté públicamente en fem…

Al principio no me reconoció y fue divertido, cuando le dije quién era, se sorprendió y reímos. Le conté de mi vida y de quien era, le mostré donde vivía, y más tarde tuve que cambiarme a mis ropas masculinas para ir al trabajo. Ella me dijo que me veía mejor como niña. En el trabajo seguimos conversando y al salir, al calor de la plática, le dije, sin pensarlo, ni proponérmelo. “Me caes bien, me gustas. No estoy enamorada, pero me gustaría que hubiera algo más entre nosotras, si se da, que bueno, si no, al menos, me gustaría contar con tu amistad”. Fue hasta más tarde, que platicando con “Mana”, mi mejor amiga, me hizo ver, que yo había hecho una declaración de amor… Y entonces, recordando, caí en cuenta, que sí, que lo había hecho, y ocurrió justo al mes, como estaba predicho. Sobra decir que Aquamarina, aceptó mi propuesta, y algunos dos o tres meses más tarde, ya estaba viviendo conmigo en la transcueva.

El grupo Eon, Inteligencia transgenérica, iba creciendo y ganando notoriedad en la comunidad Lesbico-Gay. Nos decían que traíamos un muy buen discurso. ¿De veras?... Reflexionamos entonces al interior del grupo, pues nosotras, no nos habíamos percatado aún de ello. Nos empezaron a invitar de otros grupos para dar pláticas y conferencias. Mientras los sábados cada quince días hacíamos nuestras reuniones de apoyo y reflexión en un parque pública, a la vista de todo mundo, en un banquita del parque, entre la caseta de policía y la caseta de helados…

El segundo año.

La facilidad y la rapidez con la que se dieron las cosas en aquel un momento, me hacía pensar en la intervención divina. Era como si el dedo de dios nos estuviera empujando, era algo como magia. Mi vida era maravillosa, era como si de repente hubiera surgido un botoncito, que al activarse hacía que mi vida antes gris, pudiera verse a colores.

Mi mejor amiga Maná, se convirtió en pareja de Anxélica, quien fue una de las participantes más influyentes en la trayectoria de EON, pues a ella le debemos que fuera un grupo en favor de los derechos humanos de las personas trans…

De mi “Bio contada a Cindy” (Fragmento)

En la foto: La puerta lateral detrás del bote rojo era donde vivía, mi cuarticasa que se convirtió en la transcueva. Estoy en compañía de Anxélica, "Mana" y "Aquamarina". Y polito, el cachorro de perro que terminaron robándonos.

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