MAMÁ, ¿POR QUÉ ME GUSTAN LAS MUJERES?

 


 

MAMÁ, ¿POR QUÉ ME GUSTAN LAS MUJERES?

Por Psic. y Sex. Alejandra Zúñiga R.

 

 

            Mamá, ¿Por qué me gustan las mujeres?

Le preguntó Martha, de 13 años, a su mamá un día, en cuanto entró a la cocina, al regreso de la escuela. Doña Esther, la mamá de Martha supo que el momento que tanto había temido había llegado. Se quitó el delantal y sirvió dos vasos de agua de sandía, recién hecha, una para ella y otro para su muchacha.

            A ver, Hija, por qué preguntas que “¿Por qué te gustan las mujeres?” Las mejillas de Martha se pusieron rojas, rojas y por un momento se arrepintió de haber hablado mientras bajaba la vista.

            A ver Hija, mírame a los ojos. Le pidió Doña Esther a su hija, la jovencita la miró con temor, mientras su mamá le acariciaba la cara.

            No te estoy regañando, solo te hice una pregunta, quiero que me cuentes que es lo que estás pensando, ¿cómo es que se te ocurrió preguntar eso?, ¿Es alguna tarea de la escuela? Martha respondió casi de inmediato.

 

            Sí mamá, es una tarea de biología. Doña Esther supo que su hija mentía, pero no se lo dijo, quería ganarse su confianza. Se daba cuenta que su hija había llegado muy preocupada y ahora, estaba asustada.

            ¿Y cómo es la tarea? Preguntó su Mamá y Martha dudó un momento antes de preguntar en tono vacilante.

            Mamá, ¿por qué hay niñas a las que les gustan las niñas y niños a los que le gustan los niños. El corazón de Doña Esther dio un vuelco. Ya hacía tiempo que había notado como su hija miraba en ocasiones a sus amiguitas y a otras niñas en la calle. Al principio se angustió mucho, tratando de no pensar en ello, pero un día platicando con una de sus vecinas que era sexóloga, le platicó de sus temores. La vecina, Beatriz, la escuchó con atención y después hablaron muchas veces sobre el tema. Beatriz le prestó muchos libros y le explicó todo lo que Doña Esther no entendía y le resultaba difícil de aceptar, al final Beatriz se ofreció a hablar con Marthita si fuera necesario.

 

Ahora Doña Esther se sentía agradecida por todas las veces que platicó con su amiga Beatriz, preparándose para el momento. Suspiró y le habló a su hija.

            En el mundo hay muchos tipos diferentes de personas, hija, somos diferentes en muchas cosas, habemos hombres y mujeres, niños, niñas; adultos y adultas; jóvenes,  viejos y viejas, hay gente alta y  gente chaparra, gordos y flacos, todos y todas tenemos diferencias, pero también tenemos cosas iguales, porque al final de cuentas todos, somos personas, seres humanos, pensamos, sentimos, reímos y lloramos. Así todas las personas en algún momento nos enamoramos, pero así como yo me enamoré de tu papá, tu hermana de su novio o tu hermanino de Paty, la vecinita, así también hay mujeres que se enamoran de otras mujeres y hombres que se enamoran de otros hombres.

 

            Pero eso, ¿es malo, Mamá? Preguntó Martha con cara de angustia. Doña Martha la miró pensativa un momento.

            Al principio yo pensaba que sí, pero platicando con Beti, nuestra vecina, he llegado a entender que el amor entre dos personas que se quieren no es malo, sin importar que se trate de un hombre y una mujer o de dos mujeres o de dos hombres.

            Pero es que Luisa, una de mis compañeras, dice que eso es algo malo que Dios castiga. Dijo la hija con angustia. Su mamá la miró pensativa por un momento, antes de contestar.

            Yo no sé cómo sea la religión de tu amiga Luisa o sus creencias religiosas. Pero así como hay muchas diferencias entre las personas, también hay diferentes formas de creer en Dios y de profesarle la fe. A la mejor la forma en la que Luisa y su familia creen en Dios considera que ese tipo de amor entre personas del mismo sexo es malo, creo que entonces es importante que tu amiga Luisa o su familia sepan porque creen que es algo malo. La Mamá tomó aire y continúo. Yo y tú papá, creemos en Dios, porque así nos enseñaron nuestros padres y nuestras madres, así lo aprendimos y lo aceptamos y ahora les inculcamos el amor a Dios a ti, a tu hermana y hermano, Yo creo que Dios es un Padre bueno y amoroso que no se enfadaría porque dos personas se aman como nos amamos tu papá y yo.

            Entonces, ¿Luisa y su familia están mal?

            Yo no puedo juzgar eso, no soy nadie, para juzgar si las creencias de Luisa o de su familia están bien o mal, sólo sé que pueden ser diferentes a las nuestras y  aún si tuviera que juzgar necesitaría primero acercarme o conocer en que se basan sus enseñanzas, porque si juzgara sin conocer estaría haciendo un prejuicio. Y hacer prejuicios, hija, me parece a mí más malo que condenar el amor entre dos personas que se quieren.

 

Como te dije en el mundo hay mucha gente que cree cosas diferentes de lo que Dios considera que es bueno o es malo e incluso hay mucha gente que ni siquiera cree en Dios. Lo que tú tienes que saber es que como lo aprendimos tu Padre y Yo, ese amor entre personas del mismo sexo no es malo a los ojos de Dios y si aún si lo fuera, sería Él quien tendría que hablar a los corazones de esos enamorados y no nosotros y nosotras.

 

            Pero, por qué si para Dios no es algo malo, la gente se burla y dice que es algo malo—. Doña Esther, se le quedo viendo un momento pensativa.

            Sabes, tú papá y yo pensábamos que era algo malo, porque así lo aprendimos de nuestros padres cuando éramos niños. Somos gente sencilla, y como la mayoría de las personas muchas veces nos burlamos de la gente homosexual o gay, como también se le llama. Decíamos que eran raros, enfermos y muchas cosas más, la gente utiliza muchas palabras feas cuando quiere ser hiriente y ofensiva. Tu papá y yo las llegamos a usar, no porque en realidad quisiéramos ofender o lastimar, creo que sólo aprendimos a odiar a personas que no conocíamos y que no sabíamos en realidad que eran personas como tú o como yo. Ahora platicando con Beti y platicando con tu papá nos hemos dado cuenta de cuanto daño hacíamos. Mucha gente no ha tenido la fortuna de conocer a una buena amiga como Beti o de ir a escuelas o de leer libros que ayuden a que ese tipo de mentiras que hay sobre la gente que es diferente en algún aspecto desaparezcan y desgraciadamente siguen teniendo mala información o no tienen ninguna y siguen lastimando, queriendo o no, a mucha gente inocente.

            Algunas de mis compañeros y compañeras son así, también algunos maestros y maestras—. Dijo la hija con pesar y Doña Esther le preguntó con preocupación.

            ¿Te han dicho algo a ti?

            No a mí no, pero la otra vez en la clase de matemáticas, los niños se estaban riendo de Joaquín, porque decían que parecía vieja y le llamarón “maricón” y “puto”; y el maestro en lugar de poner orden lo regañó y le dijo que para hacer mariconadas las hiciera en su casa—. La Mamá suspiró antes de contestar.

            Qué mal, es el tipo de cosas que te estaba contando, el tipo de groserías hirientes que no quiero que tú uses, hija. Y que mal que tu maestro no haya puesto orden y halla contribuido también a insultar a tu compañerito.

            Pero él es un maestro, Mamá, ¿Por qué lo hizo?

            Sí es un maestro, pero Beti me ha dicho que muy pocas personas con estudios y con una carrera saben sobre sexualidad. Hay muchos maestros y maestras que no saben nada porque no se los enseñaron en la escuela, hay algunos y algunas que sí han estudiado eso, pero todavía son muy poquitos.

            ¿Y Joaquín es maricón, Mamá?

            Ya te dije que no uses esas palabras feas, puedes decir que es gay en lugar de maricón o puto.

            ¿Bueno, pero es gay?

            No lo sé, hija, Beti me ha dicho que aunque un niño sea amanerado o afeminado, así como muy delicadito, eso no significa necesariamente que sea gay, y es que eso es algo que solamente Joaquín podrá saber en su momento.

            ¿Ni su mamá se daría cuenta? Preguntó, Martha bajando la voz. Doña Esther la miró con mucho amor.

            Las mamás nos damos cuenta de muchas cosas, hija, pero creo que hasta que la Mamá o el Papa de Joaquín no hablen con él y hasta que Joaquín sea más grande podrían estar seguros. Muchas mamás y papás no tienen tampoco información y aprendieron que todo eso era malo, así como lo aprendimos tú Papá y Yo. Y con esa información equivocada, pensando que el ser gay es algo malo. Una mamá no desea algo malo para sus hijos o sus hijas y no desean que algunos de sus hijos sean gay.

            Pero si tienen información y ya saben que no es algo malo, ¿entonces si desearían tener un hijo gay? Preguntó la hija con agudeza y Doña Esther rió un poco ante la forma en que su hija lo preguntaba.

            Yo creo que no hija, su hija la miró con cara de confusión a lo que la Mamá explicó. Aunque el ser gay no sea algo malo, mucha gente sigue pensando que lo es y hay mucha gente que es muy hiriente. Una madre de un hijo o una hija gay sabe que su hijo o hija tendrá que pasar por pruebas muy difíciles y muchas veces enfrentarse a los prejuicios y hasta agresiones por parte de la gente. Es una vida difícil, y las Mamás y los Papás no queremos que nuestros hijos e hijas tengan vidas difíciles.

            ¿Y los papás y las mamás de esos hijos que hacen entonces?

            Quererlos muchos, prepararlos para que puedan defenderse cuando quieran hacerles daño y hablar, en la medida de sus posibilidades con otras personas, para que con el tiempo las ideas equivocadas se acaben y los hijos e hijas gay no tengan vidas más difíciles que los otros hijos e hijas.

            ¿Mamá?

            ¿Sí, hija?

            ¿Crees que yo sea gay?

            ¿Lo crees tú, hija?

            No lo sé mamá, a veces pienso que sí.

            ¿Por qué lo piensas? Preguntó la mamá pacientemente siguiendo las instrucciones que le diera su amiga Beti. Ante ello su Hija le respondió.

            Creo que estoy enamorada de una de mis compañeras.

            ¿Qué sientes por ella?

            ¡Bien, bonito!, me gusta verla en la escuela, platicar y estar con ella; todo el tiempo pienso en ella y cuando nos separamos quiero volver a estar con ella.

            ¿Se lo has dicho?

            No, tengo miedo.

            Ella, ¿te ha dicho que siente por ti?

            Pues me dice que soy su mejor amiga, que me quiere mucho, que le gusta platicar conmigo, pero no sé, ¿crees que sienta lo mismo que yo?

            No lo sé hija, creo que tendrías que preguntárselo.

            ¿Y si me dice que no?, Mamá, no lo resistiría, no quiero perderla. Su Mamá suspiró con aflicción. Tratando de recordar lo que su amiga y vecina le explicará.

            Dime, Hija, si tu amiga fuera un niño en vez de una niña, le dirías lo que sientes. Martha lo pensó por un momento.

            Sí, yo creo que sí, le pediría que fuera mi novio.

            ¿Y si te rechazará, cómo te sentirías?

            Pues mal.

            Eso es algo que no cambia, el rechazo siempre es doloroso, lo que aquí cambia, es  que si tu amiga fuera un niño sólo sería un rechazo de novio, pero si tu amiga te rechazara, aparte del rechazo de novios o de “novias” podría haber un rechazo por ser gay.

            No creo que Rebeca me rechazara. –Dijo su hija pensativa.

            ¿Rebeca es la niña que te gusta? Preguntó la Mamá con perspicacia y Martha, se puso roja, roja de nuevo y asintió con la cabeza en silencio.

            A lo mejor Rebeca, no te rechazaría, pero tal vez algunas de tus compañeras o compañeros sí, o incluso algún maestro o maestra como le pasó a Joaquín o a lo mejor a el papá o la mamá de Rebeca u otros padres o madres te podrían rechazar.

            ¡Huy que complicado!

            Sí, hija, es muy complicado, por eso las personas gay tienen que ser muy cuidadosas con sus afectos, todo por culpa de la ignorancia y los prejuicios de la gente. Beti me ha platicado que muchos jovencitos y señoritas pueden pasar por una etapa en la que sienten atraídos por un jovencito o jovencita o a veces por un maestro o maestra del mismo sexo, pero eso no significa necesariamente que sean gay.

            ¿Y si lo son mamá?

            Entonces sería bueno que su papá, su mamá y su familia tuvieran buena información para darles mucho amor, mucha comprensión y los preparen para que estén listos para lo que pueda pasar cuando se encuentren con personas que quieran agredirlos.

            ¿Y si yo soy gay, mamá? ¿Qué vamos a hacer?

            Yo no sé si seas o no gay, hija, pero ya estoy preparada y todavía sigo platicando con Beti y con tu papá. Hace tiempo que noté que eras un tanto diferente de cómo era tu hermana a tu edad, sé que no va a ser fácil, ni para mí, ni para tu papá, ni para ti. Pero créeme somos tú familia y te apoyaremos.

            ¿Y qué hago con, Rebe? Preguntó la hija y la mamá la miró entre seria y divertida.

            Aún no tienes permiso para tener novio o novia, jovencita.

            ¡Ay, Mamá!, mi hermana si tenía novio cuando estaba en la secundaria y mis amigas también.

            Tú hermana, es otra historia y yo no soy mamá de tus amigas. Ya veremos, más adelante, hija, por el momento yo te pido que no le digas nada, deja pasar unos meses más y date cuenta de lo que sientes, quiero que tengas bien claro que hay en tú corazón, confíes en mí y me cuentes lo que pase. ¿Lo harás?

            Sí mamá, y si pasan los meses y la sigo queriendo.

            Bien, entonces ya veremos que hacemos. Ahora vamos apurarnos a poner la mesa, no tarda tu papá en llegar y por la tarde quiero que vayamos a platicar con Beti. Si tú quieres. ¿Quieres que vayamos? Preguntó Doña Esther con cautela. La Hija lo pensó un momento.

            Sí, Mamá, si quiero.

            Bueno, entonces apúrate. La hija comenzó a poner la mesa, pero se detuvo un momento.

            Oye, Mamá.

            ¿Qué paso hija? La niña la miró y la abrazo con ternura.

            Nada, Mamá, sólo que te quiero mucho.

            Yo también hija. Yo también...

 

¿Continuará?


Recuerdo que en el 2000, después de un congreso de investigación sexológica, un par de colegas de otro país, me pidieron una colaboración para una pequeña revista de sexología que estaban editando. Escribí y les envié este pequeño cuento.


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