TRANSEXUALIDADES. NOTAS PARA UN LIBRO QUE NUNCA FUE.


 Por Alejandra Zúñiga R.

 

Cuando todavía estábamos en Eon, varias personas nos sugirieron a Anxélica Risco y a mí, que escribiéramos un libro sobre transgénero. Lo platicamos en varias ocasiones, Anxélica escribiría la parte sobre travestismos y yo la de transexualidades. Escribimos algunos borradores, pero para entonces, me parece que otros aspectos de nuestras vidas nos habían absorbido y el proyecto de ese libro nunca fue una prioridad. Así es que los borradores se quedaron solo en eso. Este es mi borrador para la parte de transexualidades. Fechado el 11 de enero de 2001.  Para quien pueda interesarle, algunos datos interesantes, sobre definiciones, tratamientos, dudas y la polémica prueba de la vida real.

Como en secciones anteriores, decidimos llamarle a esta parte, “transexualidades” en vez de transexualidad porque creemos que a pesar de las cosas en común que comparten las personas transexuales cada una o uno vive su transexualidad de forma diferente, por lo que podríamos decir que existen tantas transexualidades como personas transexuales hay, pero para aquellos y aquellas que no están familiarizados con el término déjenme explicarles que es la transexualidad.

 

Podemos decir que la transexualidad es una condición humana en la cual una persona siente una inconformidad o desagrado con su cuerpo, particularmente con su órganos sexuales, pues estos no corresponden con su ser y su sentir como hombre o mujer, estamos hablando pues de hombres que nacieron con cuerpos femeninos o de mujeres que nacieron con cuerpos masculinos.

 

Estás personas buscan modificar sus cuerpos y sus órganos sexuales para que “chequen” con sus identidades. Por supuesto, las mujeres transexuales piensan, sienten, expresan, visten, viven y se comportan como mujeres, mientras que los hombres transexuales piensan, sienten, expresan, visten, viven y se comportan como hombres.

 

Las personas transexuales tienen algunas semejanzas y diferencias así como en general un hombre difiere y se asemeja a otro o una mujer difiere o se asemeja a otra. Sin embargo existen algunas diferencias que vale la pena señalar. La primera es que como dijimos, existen mujeres y hombres transexuales. Consideramos mujeres transexuales a aquellas que nacieron con cuerpos masculinos.

 

Se suele utilizar la expresión “M→F” para indicar que nacieron con cuerpo masculino, pero desean y se sienten a gusto modificando su cuerpo para que sea más femenino. Esa expresión se lee “de masculino a femenino”, otras variantes gráficas para la misma son “MaF”, MtoF” y “M2F”.

 

En consecuencia consideramos hombres transexuales a aquellos que nacieron con un cuerpo femenino, pero que desean y se siente a gusto modificando su cuerpo para que sea más masculino, la expresión que se acostumbra a usar con ellos es “F→M” o las respectivas variantes gráficas “FaM”, “FtoM” y “F2M” que en general se lee “de femenino a masculino”.

 

Otra diferencia importante, es la que algunos investigadores establecieron entre transexuales primarios y transexuales secundarios. Se considera que son transexuales primarios a aquellos o aquellas que desde sus primeros recuerdos infantiles, se dieron cuenta de esta inconformidad entre su ser y su sentir con su cuerpo. En ellos y ellas los sentimientos de aversión hacía sus órganos sexuales suele ser más pronunciados. Los transexuales secundarios son aquellos que se percatan de esta inconformidad más tarde en la vida, posiblemente en la adolescencia o después, de tal manera que algún tiempo vivieron en un primer género y después al paso del tiempo, asumen el otro.

 

Una creencia muy difundida es que toda mujer transexual se siente atraída por los hombres es decir, considerando su identidad tendría una atracción heterosexual, lo mismo que un hombre transexual que tendría una atracción hacía las mujeres.

 

En general, como sucede con las personas no transexuales, podemos encontrar las cuatro preferencias, es decir personas transexuales heterosexuales, personas transexuales homosexuales, personas transexuales bisexuales y personas transexuales asexuales.

 

Esto puede ser un poco confuso para un observador u observadora externa. Si yo considero por ejemplo en caso de una chica transexual es decir una persona que nació con un cuerpo masculino, con una identidad de mujer y que siente atracción por los hombres, para mí resulta claro que se trata de una mujer heterosexual, pero si algunas personas insisten en considerarla varón podrían fácilmente confundirse pensando que se trata de un varón homosexual porque ven que a esa persona le gustan los hombres y la siguen considerando un hombre.

 

Antiguamente, basándose en un modelo médico se consideraba más importante el aspecto biológico sobre el psicológico y eso generó una forma de ver las cosas que en algunos casos aún se mantiene y me parece errónea como cuando se emplean expresiones como “un transexual de hombre a mujer” Esta expresión sugiere que la persona primero fue hombre, por el hecho de tener o seguir teniendo un pene y después se convirtió en mujer, puede ocurrir que esta persona siempre haya sido mujer y tenga un pene, lo cual no necesariamente la hace ser hombre.

 

Por que como mencionamos en otra parte. Cuando una persona nace, tiene un conjunto de características físicas que nos permiten ubicarle en un sexo determinado. Podemos decir que si nació con un pene, se trata de un macho o de una persona de sexo masculino, en cambio si nació con una vulva, tendemos a considerarla una hembra o una persona de sexo femenino. Hasta aquí todo parece muy claro, la complicación  viene cuando calificamos a tales persona como niños o niñas, o como hombres o como mujeres, practica bastante común todavía nuestros días y que me parece un error.

 

Porque si bien es cierto nacemos en la mayoría de los casos con un sexo determinado que nos hace ser por clasificación machos o hembras, pasaremos por un largo proceso de aprendizaje para podernos considerar hombres o mujeres. Simon de Beauvior dijo, y estoy de acuerdo, que las mujeres no nacen se hacen, otro tanto ocurre con los hombres. Me parece que cualquier persona estará de acuerdo conmigo en que no es lo mismo un hombre que un niño y una mujer que una niña, aunque pretendamos usar los diminutivos “hombrecito” y “mujercita”. 

 

Una niña no es una mujercita, ni una mujer; es una niña. Y un niño no es un hombrecito, ni un hombre, es un niño. Pero también las palabras “niño” y “niña” tienen problemas porque no distinguen sexo de género y dan por hecho que un niño siempre es masculino y una niña siempre femenina, tal vez esto parezca una lógica boba, pues algunos y algunas de ustedes me dirán es claro que un niño siempre es masculino y una niña siempre es femenina, de aquí supondríamos que todo niño al crecer será un hombre y que toda niña al crecer será una mujer y creo que considerando la transexualidad ya podemos advertir donde encuentro el error.

 

Para intentar aclararlo tenemos que tomar en cuenta dos puntos de vista, el cómo una persona se reconoce y el cómo la reconocemos. En general creo que es válido considerar que se le puede llamar “niño” a una persona entre su primer año de vida, hasta su pubertad, si su identidad es masculina. Se me ocurre pensar en el personaje de la película “mi vida en rosa”. Por ejemplo, nosotros vemos una familia con un papá una mamá, y tres infantes, un niño, una niña y nuestro personaje “Ludovico” a quien todos en la película consideran un niño, por haber nacido con órganos sexuales masculinos.

 

Aunque un tanto de aspecto frágil, “afeminado” dirían algunos y algunas, para todos y todas parece resultar evidente que Ludovico es un niño, para todos y todas excepto para Ludovico pues para “él” resulta claro que es una niña pues se percibe como tal e inicialmente piensa que al crecer se convertirá en una mujer. Idea que es duramente combatida por su familia y vecinos creando conflictos y situaciones difíciles para todos y todas.

 

Ludovico trata de encontrar alguna explicación y de convencer a su familia de que es una niña, pero sin que tenga mucho éxito, la película termina con una aceptación parcial de su madre para que Ludovico se vista como quiera, ya que ella, su madre, siempre lo querrá. Y digo “lo” porque a mi parecer la madre lo siguió considerando su hijo es decir un “él”. Yo en lo personal considero a Ludovico una niña, porque así se reconoce ella. Aunque los y las demás no estén de acuerdo, para mí es su palabra la que cuenta.

 

Sé que si algún padre o madre leyó esto tal vez tenga una angustia muy grande, porque tema que su hijo o hija pueda ser una persona transexual, prometo tocar el punto más tarde; volviendo a nuestro ejemplo yo no sé si al paso de los años Ludovico se desarrolle como hombre o como mujer, aunque por lo que yo veo en la película creo que hay suficientes elementos para considerar que sería una chica transexual. Y digo que no puedo asegurarlo porque podría tratarse de una idea temporal para ella.

 

Existen estudios que se han hecho con niños afeminados que se consideraban niñas o gustaban del travestirse.  Al paso de los años, al crecer una pequeña parte de ese grupo, se desarrolló como transexuales, otra parte como homosexuales y la mayoría como heterosexuales, es decir que hasta que una persona madure no podemos asegurar cuál será su desarrollo.

 

Retomando, Ludovico se reconocía como una niña, pero las personas a su alrededor no la reconocían como tal, para estas personas Ludovico era un niño que se creía niña. Esto ilustra claramente los puntos de vista que menciono. Si nosotras o nosotros nos encontráramos con Ludovico sin conocer su historia y desde cómo le vemos su apariencia nos parece de un niño, podríamos considerarle como tal y llamarle niño, más entonces ella se encargaría de hacer la corrección y decir soy una niña, no un niño. Lo que quiero decir, es que en el momento en que una persona se reconoce como niño o niña, tenemos que tomarle en cuenta y no dejarnos llevar solamente por su aspecto o el de los órganos sexuales que tenga, su opinión cuenta.

Me parece por tanto impropio llamarle a una personas recién nacida niña o niño independientemente de sus órganos sexuales porque esta persona aún no puede reconocerse a sí misma. Me parece más adecuado llamarle bebé o beba y no niño o niña, por lo antes explicado. Bebe o beba en atención a sus órganos sexuales, cuando crezca se encargara de hacer las aclaraciones, si hay que hacerlas.

 

Tal vez lector o lectora, te surja la siguiente duda, si he dicho que se aprende a ser hombre y a ser mujer, entonces ¿las personas transexuales nacen o se hacen? ¿Nacen o aprenden a serlo? Más aún, en base al experimento que describí alguien podría decir que es cuestión de cómo se eduquen y que podría evitarse que algunos de esos niños se hubieran convertido en homosexuales o en transexuales.

 

Mi opinión es que no nacemos hombres y mujeres y no nacemos transexuales, aprendemos a serlo y a reconocernos como tales, pero nacemos con cierta potencialidad innata que será moldeada y desarrollada por las influencias del medio ambiente, de tal forma que cuando crecemos nos reconocemos como hombres o como mujeres sea que esto esté a tono o no con nuestros órganos sexuales. Tengo la firme convicción de que cualquier persona puede aprender a ser hombre o mujer y a desenvolverse en el mundo como tal, puede aprender; que le guste y se sienta bien es otra cosa. Me parece que una persona transexual que busca modificar su cuerpo está tratando de ponerse a tono con esa potencialidad innata de estar bien consigo misma.

 

Desde este punto de vista, aquel cliché de algunos transexuales de ser “una mujer atrapada en el cuerpo de un hombre”  resulta un ejemplo muy esclarecedor de cómo se siente esa persona, pero adolece de considerar un esencialismo, de género es decir, considera que por algún error esta persona nació como mujer en el cuerpo de un hombre y considera que la forma de rectificar tal error es modificando su cuerpo proveyéndole de una vulva y de una vagina rayando entonces en un esencialismo biológico, pues considera que solo puede haber mujeres con vagina y si una chica transexual no la tiene entonces no es una mujer,  o por lo menos no una mujer completa. Abordaré este punto de nuevo más adelante.

 

He dicho que una persona transexual busca ponerse a tono con su potencial innato y esto le llevará a vivirse en el género con el que se siente a gusto y a modificar su cuerpo.

 

Gracias a los avances científicos y tecnológicos, desde la década de los 60’s y aún antes, es posible modificar cuerpos con procedimientos hormonales y quirúrgicos. Aparece la mal llamada “operación de cambio de sexo” y digo mal llamada por que el sexo es un conjunto de características biológicas, de las cuales los órganos sexuales son solo una parte. Por medio de la cirugía se puede modificar un cuerpo masculino para que parezca femenino y viceversa. Un pene puede ser transformado en una vulva y una vulva puede ser transformada en un pene, las hormonas y otros procedimientos quirúrgicos estéticos logran tal efecto.

 

Sin embargo hay características del sexo que no pueden ser modificadas, como son los cromosomas y los genes, cada célula de una persona lleva codificada la pertenencia a un sexo biológico determinado, por tal razón. Se considera que estrictamente hablando, el sexo no se puede cambiar, lo único que se hace son modificaciones para que un cuerpo de un sexo tome una apariencia del otro. Un nombre que me parece más adecuado para esta cirugía es la de cirugía de reasignación, hay quienes añaden a este nombre la palabra cosmética por las razones dadas.

 

Existen varias técnicas para la cirugía, describiré una a grandes rasgos. En una cirugía de masculino a femenino, para una chica transexual, se procede a eliminar los tejidos internos de pene, cuerpos cavernosos y esponjosos, dejando únicamente la piel con sus enervaciones.

 

Los testículos son removidos del escroto, debajo de la base del pene se crea una cavidad que alojará la neovagina que será creada con la piel del pene, esta piel se voltea como si fuera un guante de tal forma que lo que fue la piel externa del pene pasará a ser la piel interna de la vagina, la piel del escroto se recorta un poco para forma los labios de la vulva.

 

Esta cirugía cuando se realiza en un solo tiempo demora hasta ocho horas. En ocasiones la cirugía se lleva en distintos momentos, por ejemplo puede hacer primero la remoción de los testículos y hasta otra cirugía proceder a formar la neovagina. 

 

 

En el caso de una cirugía de femenino a masculino, para un chico transexual, se remueven los ovarios, las trompas y el útero. Se busca crear un pene por medio de implantes o prótesis. En ocasiones esto se hace tomando piel del muslo, del abdomen o del antebrazo.

 

Más al parecer resulta más complicado crear un pene que una vulva. También esta cirugía se puede realizar en uno o en varios tiempos. Al parecer es frecuente que los chicos transexuales una vez que han eliminado sus órganos sexuales internos no continúen con el procedimiento para crear un pene artificial por los riegos y complicaciones que se presentan como son, riesgos de infecciones, incontinencia urinaria y algo importante, este neopene solo tiene una apariencia estética y sirve para orinar, pues no pues no tiene capacidad de erección y por lo tanto no sirve para la penetración.

 

Sin embargo al parecer los chicos transexuales tienden a tener una vida sexual más completa y satisfactoria después de la reasignación, aun sin pene, en función de tener con mayor frecuencia compañeros sexuales estables.

 

Dije que una cirugía de femenino a masculino resulta más sencilla que una de femenino a masculino y también menos costosa.

 

Una pregunta que me han hecho con frecuencia es ¿si una persona se hace la cirugía podrá sentir con sus nuevos órganos sexuales? Parece existir la duda por testimonios de personas que se han hecho la cirugía y dicen que han quedado insensibles e incluso que se arrepienten de haberse operado. Lo que yo puedo decir es que si se ha llevado un seguimiento profesional y la cirugía se ha hecho por parte de un cirujano experto, la persona no solo no se arrepentirá de la decisión tomada sino que además podrá disfrutar de su sexualidad.

 

En ocasiones ocurre que algunas personas transexuales no han llevado seguimientos adecuados y han caído en manos de personas poco escrupulosas que consienten en hacer cirugías sin estudios previos, sin valoraciones e incluso sin la adecuada experiencia por lo que muchas veces estas personas que se sometieron a cirugía, efectivamente quedan insensibles y en ocasiones se percatan de que la cirugía no era lo que querían, mas como ya no hay vuelta atrás, estas personas acaban muy mal, deprimiéndose y en ocasiones llegan al suicidio.

 

Por eso me parece importante que una persona transexual o una que crea serlo se tome el tiempo y la precaución adecuados para acudir a una institución seria y/o con personas profesionales que lleven su seguimiento, el reasignarse quirúrgicamente no es una decisión que se tome de la noche a la mañana, pese al deseo la convicción y la seguridad que una persona transexual tenga.

 

Porque esta persona va a realizar cambios en su vida de gran magnitud y trascendencia que requieren una planeación adecuada, situaciones de aprendizaje y una serie de ajustes y reajustes en todos los aspectos de su vida, un cambio de esta magnitud sin una planeación y un seguimiento adecuado está poniendo en riesgo su bienestar, su felicidad y su vida. Creo que vale la pena tomarse las cosas con la calma y prudencia debidas.

 

He hablado de seguimiento, en ¿qué consiste este seguimiento? Para chicas transexuales diría lo siguiente: Este tipo de procedimientos es llevado a cabo en instituciones especializadas.  Podemos decir a grandes rasgos, que el proceso consta de cinco etapas.

 

La primera es una etapa de diagnóstico donde un grupo de profesionales de la salud platica con la persona interesada, en este equipo hay médico, psiquiatra, psicólogo, sexólogo, endocrinólogo, etc. La idea básica es ver cuáles son sus necesidades, cuales son los recursos con los que cuenta como persona y que tan conveniente o no es el que se reasigne.

 

La segunda etapa es la de reasignación rólica, esto es que aprenda todo lo referente al rol con el que se siente bien, a vestirse, a moverse, a expresarse, la idea es que tenga una asesoría profesional al respecto, en esta etapa entra lo que se llama “prueba de la vida real”, esto es que por periodos que van de uno a dos años, la persona transexual viva de forma completa, tiempo completo como mujer, haciendo todos los aspectos de su vida normal, como trabajar y mantener sus relaciones familiares, amistosas y de pareja, si es que las tiene. La idea es que efectúe esta prueba aún antes de que modifique su cuerpo en alguna forma.

 

La tercera etapa es la reasignación hormonal, donde empezaría a llevar este tratamiento, es importante mencionar que este tratamiento es individual pues las hormonas reaccionan de forma diferente en cada persona y el uso de hormonas de forma indiscriminada puede ocasionar trastornos colaterales. Sobra decirte que como consecuencia de su uso, la chica transexual experimentara una pérdida del deseo sexual, así como de la capacidad de erección. Obtendrá un cuerpo más redondeado por la redistribución de grasa, por supuesto senos, cambio del tono muscular, entre otras cosas, pero las hormonas no cambiaran su voz, ni acabaran con su barba y bigote, eso requiere entrenamiento para la voz y electrólisis para la pilosidad.

La cuarta etapa es la reasignación quirúrgica propiamente de la que ya hablé brevemente.

 

La quinta etapa sería un seguimiento postoperatorio con la idea de cuidar que la chica transexual no tenga problemas médicos después de la cirugía, así como ver como se ajusta con su nuevo cuerpo en todos los aspectos de la vida.

 

 

En el caso de los chicos transexuales el procedimiento es similar con algunas variaciones en la segunda y tercera etapa. Las describo de forma completa aunque sea repetitiva.

 

La segunda etapa  la reasignación rólica, idea básica es que la persona viva en un rol de hombre esto es que aprenda todo lo referente al rol con el que se sientes bien, a vestirse, a moverse, a expresarse, la idea es que el chico transexual tenga una asesoría profesional al respecto, en su “prueba de la vida real”, esto es que por periodos que van de uno a dos años, viva de forma completa, tiempo completo como hombre, haciendo todos los aspectos de su vida normal, como trabajar y mantener sus relaciones familiares, amistosas y de pareja, si es que las tienes. La idea es que efectúe esta prueba aún antes de que modifique su cuerpo en alguna forma.

 

La tercera etapa es la reasignación hormonal, donde empezaría a llevar este tratamiento, es importante mencionar que este tratamiento es individual pues las hormonas reaccionan de forma diferente en cada persona y el uso de hormonas de forma indiscriminada puede ocasionar trastornos colaterales. Sobra decirte que como consecuencia de su uso, el chico transexual experimentara una modificación del deseo sexual este tiende a aumentar, habrá modificaciones en la capacidad de lubricación, perdida de la menstruación y capacidad reproductiva. Obtendrá un cuerpo más anguloso por la pérdida de grasa, cambio del tono muscular, entre otras cosas, cambios en la voz, para los senos requerirá una cirugía aparte para removerlos. Debo señalar además que como consecuencia de las hormonas masculinas habrá una mayor predisposición a que se sienta agresivo y es importante que aprenda a expresar tal agresividad de una forma positiva.

 

Las otras etapas son similares a las de las chicas trans.

 

 

Me he encontrado con varias personas transexuales que se muestran muy molestas en este punto y lo hemos discutido.  Me dicen “yo estoy segura de lo que soy, no entiendo porque tengo que esperar y porque tengo que depender de la opinión o de la autorización de un médico para modificar mi cuerpo. Finalmente es mi cuerpo y yo sé lo que quiero y lo me conviene, es mi decisión, he desperdiciado demasiado tiempo en mi vida y no quiero perderlo más, no puedo esperar.”

 

Entiendo este punto de vista demasiado bien, yo misma lo viví así en un tiempo. Me incomodaba el hecho de tener que depender de la opinión de un supuesto profesional que me cuestionara y cuestionara mi transexualidad, que cuestionara la claridad a la que me había costado tanto trabajo llegar. No quería perder más tiempo de mi vida y esperar de 8 a 10 años como me lo propuso en algún momento un seudoespecialista.

Me parecía poco menos que inconcebible, sobre todo cuando yo sabía por mis lecturas que los tiempos podían ser mayores de uno o dos años, pero no tan grandes. Sentí una gran frustración y un gran desconsuelo al pensar que tendría que demorar tanto.

 

Hoy tal plazo de 8 o 10 años me sigue pareciendo excesivo aunque he cambiado mi punto de vista y trato de verlo desde ambos puntos de vista, el de la profesional de la salud y el de la paciente, cliente o consultante, según el enfoque.

 

Cómo profesional de la salud me pregunto si la persona que viene a verme tiene idea la magnitud del cambio que quiere hacer en su vida, si lo tiene claro, si conoce y ha considerado las opciones y los riesgos, si se ha vivido socialmente con el género que asume como propio.

 

Si tiene una idea realista de cómo va a ser su nueva vida en todos los aspectos, si tiene y tendrá los medios económicos para sustentarse y desempeñarse profesionalmente una vez reasignada. Si tendrá el apoyo y comprensión de las personas que le quieren, su pareja, su padre y madre, hermanos y hermanas, amigos y amigas, hijos e hijas, etcétera. Es decir, si tendrá en quien apoyarse cuando las cosas, como en la vida de cualquier persona no vayan tan bien.

 

Me gusta compararlo como alguien que va a salir de viaje por carretera en su automóvil. Lo idóneo es que antes de salir de viaje lleve a cabo una revisión de su vehículo y vea que se encuentra en óptimas condiciones, si no es así, sería bueno que realice las reparaciones adecuadas antes de salir a ese viaje, para que pueda llegar con seguridad y afrontar los riesgos que encuentre en el camino sabiendo que el vehículo le responderá.

 

Como profesional de la salud yo me veo como empleada de carreteras encargada de hacer la revisión del vehículo al principio de ese viaje. Mi propósito no es impedirle su viaje, sólo quiero que lo realice con seguridad, ese es mi trabajo y mi compromiso profesional, porque si a mi puesto de revisión llega un vehículo que tiene averías o se encuentra en mal estado, lo enviaré a reparar antes de dejarlo pasar, un viaje como este es peligroso si no se tiene un vehículo preparado, sería irresponsable de mi parte dejarlo pasar si su condición no es adecuada porque es su vida la que está en juego.

 

Y no pretendo ser su cómplice si es que usted desea suicidarse. No pongo en duda su convicción, tal vez tal persona me aseguré que llegará a su destino en una pieza, que ya ha hecho otros viajes en condiciones similares y que siempre le ha ido bien, más he de decirle a esta persona que este viaje es diferente a otros que ha realizado, que los errores resultan fatales si no ha habido precauciones o planes de emergencia.

 

Sé que esta persona puede buscar otro lugar por donde pasar y evadir mi  puesto de revisión, tal vez llegué a su destino  o tal vez no, esto es difícil de saber porque  a veces aún con un vehículo bien equipado, pude pasar muchas cosas en el camino. Aún una persona a la que le haya dado mi visto bueno, puede cambiar de opinión y de rumbo, y hacerlo es su derecho.

 

Yo sólo deseo que este lo mejor preparada para ese viaje, ya sea que llegue al final o que cambie de rumbo en algún momento. Si el vehículo está preparado seré la primera en decirle: “buen viaje”.

 

Cuando yo llegué a la citada institución, fue muy frustrante para mí, el doctor que me entrevistó me hablo primero lo raro que eran los casos de transexualidad pura (supuse que se refería a la transexualidad primaria) Me habló de las personas que se habían suicidado después de la reasignación, dato que yo ya conocía.

 

Y me habló de la oportunidad de que yo cambiara de opinión, hasta aquí las cosas no iba tan mal; después me dijo que el proceso de diagnóstico podría dura de 4 a 6 años y si todo iba bien hasta este momento, empezaría con mi tratamiento hormonal, durante dos años más, de tal forma que si todo iba bien y no me garantizaba nada al respecto en, 8 o 10 años tendría finalmente mi reasignación.

 

No hace falta decir como salí de aquella entrevista, yo me quería morir de frustración. Afortunadamente conté con buenos amigos que conocían mi situación y me sugirieron que fuera paciente, Me decía uno de ellos, si ya esperaste tanto tiempo, por qué no puedes esperar un poco más, Yo tenía entonces, alrededor de 30 años y sus palabras no me ofrecieron mucho consuelo en ese momento, podía esperar dos o tres años o hasta cuatro, pero ¿ocho? Sin embargo, sus palabras y su paciencia me permitieron pensar las cosas y decidí acudir a tratamiento.

 

Lamentablemente me quedé dos años en lista de espera a que me llamaran, durante esos dos años cruciales de mi vida yo hice cambios como fue el independizarme, el empezar a salir como mujer a la calle, el desclosetarme con personas que me conocían y había sido mis amigos y amigas cuando yo me vivía como varón.

 

En general el empezar a vivirme socialmente como mujer, en algunos momentos fue difícil y hubiera deseado tener a mi alcance una persona profesional que me ayudara, que me entendiera y me brindara su apoyo. No la tuve, más sí conté con el apoyo de extraordinarios amigos y amigas en quien encontré una familia de apoyo, personas maravillosas con las que empezaría un proyectó llamado EON.

 

Como dije en eso dos años me independice, conocí a mi pareja y empecé a vivir con ella, entré en contacto con la comunidad lésbico gay bisexual y transgenérica (en aquel entonces solo se decía lésbico gay). Y tuve la fortuna de ser una de las fundadoras de EON.

 
Cuando por fin me llamaron de esta institución, sentí alegría a pesar de la larga espera (dos años más que no entraban en la cuenta del plazo señalado) Y sin embargo pronto caí en nueva frustración, el proceso no era lo que yo esperaba, sentía que no tenía ningún avance y muchas veces sentí que mi terapeuta estaba dando palos de ciega, que no sabía que hacer conmigo. Estoy de acuerdo en que soy una persona complicada, que tengo mecanismo de defensa muy fuertes. Que como me dijo alguna vez otro terapeuta, yo era una paciente toreada, más con todo ello, yo sentía que sabía y estaba mejor preparada para trabajar con un caso como el mío, que ella.

 

Sé que tal vez suene a arrogancia de mi parte o como diría mi terapeuta fue producto de mi negación, de mi evitación o de mis mecanismos de defensa lo que me motivó a dejar mi tratamiento en esa institución. A mi favor sólo diré que desde mis 16 años había tratado de leer y estudiar todo material que caía en mis manos sobre transgénero, que para entonces ya llevaba dos años viviendo como chica, tenía una pareja,  una familia de amigos y amigas, tenía dos años siendo activista transgenérica y el soporte psicológico del grupo EON, y había cursado buena parte de mi carrera como psicóloga, y me parece que eso era suficiente como para darle cierto peso a mi opinión, por lo menos para concederme el privilegio de la duda.

 

            Ahora, yo sé que alguna chica transexual que me lea, dirá, Alejandra, nos estás dando la razón, porque acudir con gente que no está preparada, por qué acudir a una institución para que alguien que no es transexual te dé el visto bueno, cuando tú consideraste que la institución a la que fuiste no fue satisfactoria y tampoco el trabajo con tu terapeuta.

 

Me parece una observación pertinente que quisiera aclarar poco a poco. Primero diré que lamentablemente no cualquier médico, psicólogo o terapeuta está calificado para trabajar con personas transexuales, pues muchas veces muchos de estos profesionales no tienen una formación sexológica y en otras desconocen el trabajo con personas transexuales. Por esto me parece recomendable que una persona transexual interesada en llevar un seguimiento en una institución pida referencias de la misma o hable directamente de esto con su terapeuta o la persona con la que trabaje en su seguimiento.

 

Me parece valido que la cuestione acerca de su formación profesional, del modelo terapéutico o psicológico que emplea, así como de los objetivos particulares del seguimiento que se va a llevar a cabo. Estoy firmemente convencida de que para que un trabajo terapéutico funcione tiene que haber una relación de confianza entre la consultante y el o la profesional. Sin tal confianza el proceso está condenado al fracaso.

 

Cuando una persona viene a verme en plan de consultante, convenimos los objetivos de nuestro trabajo y yo le digo que se sienta con toda la confianza de decirme si en algún momento las cosas no le parecen a fin de que podamos platicarlo y llegar a un acuerdo. Por lo que expuse antes, hay puntos en los que yo no puedo ceder y así se los hago saber a mis consultantes. Creo que esto permite la suficiente apertura para que el proceso de dialogo se mantenga.

 

He dicho que hay profesionales que no están preparados para el trabajo con personas transexuales, pero también es bueno saber que hay otras que sí lo están. A veces compañeras mías me han comentado que a diferencia de mí que soy una persona transgenérica, otros profesionales que no son transgenéricas no les pueden entender.

 

Aquí debo aclarar un punto, el que yo sea una persona transgenérica me ha ayudado en algunos casos a entender a mis consultantes, más también tengo una formación como psicóloga y como sexóloga. He estudiado, me he preparado para realizar mi trabajo. Creo que una persona que se ha preocupado por estudiar y prepararse para trabajar con personas transgenéricas puede ser muy profesional y muy capaz aunque no sea transgenérica, de la misma forma puede haber personas transgenéricas que pueden hablar de su vivencia a modo de testimonio, más no tienen la formación, ni la preparación para ofrecer una labor de apoyo o consejería.

 

Yo les sugiero a las personas transexuales interesadas en llevar un seguimiento que se informen bien, a modo de que puedan confiar en la persona o personas que las atiendes. Si esa confianza no es posible convendría hablarlo y si no se llega a un acuerdo, convendría cambiar de profesionales.

 

Así lo hice yo y afortunadamente encontré profesionales muy capaces en el Instituto mexicano de sexología.  Algunas razones importantes para llevar un seguimiento es que hay condiciones que pueden parecer transexualidad para quiénes las viven y sin embargo no lo son.

 

Citaré algunos ejemplos: Luis es un hombre que se siente atraído erótica y sexualmente por otros hombres, sin embargo debido a la educación que recibió, Luis aprendió que la homosexualidad es algo malo, por lo que no puede pensar de sí mismo como un hombre homosexual y piensa que tal vez su gusto por los hombre se debe a que en el fondo él es una mujer.

 

Gerardo es una persona que fue criado como hombre, sin embargo al llegar a la adolescencia empezó a desarrollar senos femeninos, su pene nunca creció, su caso puede ser el de una persona intersexual que nació con órganos sexuales ambiguos.

 

Marcos tiene delirios que podríamos considerar paranoicos, desconfía en extremo de las personas y teme que algún grupo de personas, alguna fuerza desconocida o Dios lo están transformando en mujer, Marcos lucha entre evadir este destino o someterse a él y terminar con su sufrimiento. 

 

Juan ha practicado por muchos años el travestismo y se deleita ante el espejo con la imagen de la glamorosa chica que es cuando se traviste, en la mente de Juan la idea de ser mujer resulta sumamente atractiva. El caso de Juan parece ser muy frecuente y es que ciertamente se da el hecho de que algunos travestis heterosexuales al paso del tiempo deriven a una transexualidad secundaria, más esto no ocurre en todos los casos y aquí es importante que la persona separe la realidad de la fantasía, aquí es donde puede ser muy valiosa la opinión de un profesional.

 

Una persona que cree ser transexual sin serlo, puede tener una creencia firme y estar segura de lo que quiere. En ese sentido es tal su convicción que desatiende cualquier razón que se muestre en contra del criterio que se ha formado, pues tiende a desatender cualquier información que le dice que ella no es transexual. Solo quiere poner atención a lo que quiere oír, aunque a veces su determinación no esté basada en información realista.

 

Cuando el grupo Eon se empezaba a formar, yo tenía muy presente un modelo clínico o médico de la transexualidad que había aprendido de mi formación como psicóloga y de la literatura que había leído, entonces me parecía muy importante poder hacer un diagnóstico adecuado desde una primera entrevista, es decir, yo quería saber si la persona que estaba ante mí era en realidad una persona transexual o alguien que creía serlo.

 

Debo decir que entonces mi información era muy teórica y la única persona transexual que conocía era yo misma. A través de mis vivencias en el grupo y de mis actividades como activista y como coordinadora de apoyo psicológico primero y después como coordinadora de salud preventiva conocí otras personas transexuales y con ellas una visión diferente de la transexualidad.

 

Hoy en día desde un modelo más humanista, ya no me parece tan importante “diagnosticar” si la persona ante mi es o no es transexual, y he aprendido que es poco menos que inútil cuestionarle o debatirle a una persona que cree ser transexual, que tal vez no lo es. Porque su convicción se vuelve ciega y puede rayar en un fanatismo inamovible.

 

Me resulta más útil asentar los pies sobre las vivencias que la persona ha tenido en el rol que quiere vivir. Su idea de cómo será su vida después de la reasignación puede estar plagada de expectativas irreales sobre algo que aún no ha vivido y sobre lo que me parece estéril debatir, sin embargo las vivencias que ha tenido, que está teniendo o incluso las que puede tener me parece un terreno más útil y propicio para que la persona se explore, valore y determine que es lo que quiere hacer con su vida.

 

 

 

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