La línea de apoyo psicológico. LAP

 

Por Alejandra Zúñiga R.

LAP me dio solvencia y con ella, vino un sentimiento de calma que desde hacía mucho no sentía. Aunque yo sabía que la solvencia, no sería la única solución a mis problemas. Desde años atrás yo había considerado que cuando tuviese tal solvencia, podría comprarme un banquito, para poder sentarme en él, y con calma, ver que iba a hacer con mi vida.

Por otro lado. Sabía que LAP, no era un trabajo que iba a durar para siempre. Las posibilidades de crecimiento eran casi nulas. Y la mayoría de mis compañeros y compañeras, más jóvenes, lo veían con naturalidad como un trabajo de paso, pues con el tiempo podrían aspirar a trabajos con mejores sueldos.

Yo no podía verlo así, sabía que cuando LAP terminará, me enfrentaría de nuevo a un feroz desempleo. Pero por ahora, el fantasma del desempleo, parecía lejano, calculaba yo que al menos por unos dos o tres años, me dejaría en paz.

Era un buen trabajo considerando, que me habían aceptado como mujer, aún cuando mis documentos aparecían a mi nombre masculino. Era un trabajo como psicóloga, podía ejercer mi profesión. Mis compañeros y compañeras de turno eran personas muy amenas y agradables, tanto quien estaba en psicología, como el área médica y el área jurídica. Lo que era un excelente valor agregado.

Y la labor en línea era interesante. La paga, buena, de hecho, ha sido mi trabajo más remunerado en la vida, aunque, profesionalmente fuera un poco bajo. Sin embargo, a diferencia del Imesex, donde todavía había llegado con mucho entusiasmo, me había puesto la camiseta y me había sentido parte de la institución. Mantuve una distancia profesional de pertenencia respecto a la institución.

Para mí era un trabajo, que podía hacer, con mi mejor esfuerzo, de la mejor manera, pero ya no era una institución de la que me sintiera orgullosa de pertenecer. Era un trabajo del que me podía olvidar cuando salía de turno. Y por el que fuera del turno del trabajo, no me sentía mayormente interesada.

Al paso de los primero meses, ya con trabajo y con calma. Se me ocurrió retomar los ejercicios de corporalidad y voz que años atrás me había visto en la necesidad de interrumpir con el desempleo y el cambio de casa. Como parte de ello, dejé de ver televisión.

Años atrás me había cuestionado yo misma. En mis fantasías de infancia, yo siempre me había resistido a comportarme como una niña y además como una niña buena o la niña que me pedían que fuera. ¿Qué pasaría en mis fantasías, si yo accedía voluntariamente a ser la niña que me habían pedido?...

Basándome en esa premisa, inicié lo que di en llamar mi “exploración sissy”, que me abrió a una serie, de episodios de contacto, eventos y experiencias que me resultaron sumamente intensos e intrigantes y me produjeron tanto sensaciones de agrado como momentos de intenso dolor moral y desesperación. Llevé un diario de campo, en el que registré eventos, sensaciones, y reflexiones, que abarcaron casi dos años.

Un poco, como parte de mi exploración sissy, y queriendo tener una experiencia que no había tenido en mi vida como varón, que fue la de acudir a la escuela como chica, me inscribí en un curso de secretariado, en el que me autoimpuse ciertas condiciones.

La primera, mantuve en secreto, mi transgénero, segunda, mantuve el secreto, de mis estudios superiores, evité no sólo decir que era psicóloga y sexóloga sino que además, que tenía estudios de licenciatura. Y tercero, traté de ser lo menos intelectual que pude…

Para mí fue una experiencia, maravillosa y muy gratificante, en muchos sentidos, que recuerdo con mucho cariño. La mayoría de mis compañeras eras jovencitas, adolecentes o jóvenes adultas y la experiencia resultó un reto en muchas ocasiones. Todas esas experiencias quedaron registradas en mi diario de campo.

Cuando terminé mi curso de secretariado. Realice un servicio social como secretaria, en la DGIDS, Dirección General de Igualdad y Diversidad Social, de la Ciudad de México, por poco más de medio año.

Con un apoyo económico que me dieron por ello, me compré mi primera bicicleta. Una hermosa bicicleta rosa con blanco, rodada 26, estilo californiano. “La sissicleta” que disfruté y quise mucho.

Algunos meses después me pasó, lo que creo que te conté en otro momento, que empecé a aumentar mi sensibilidad, a sentir lo que mis consultantes al otro lado de la línea. Estaban sintiendo, y que mis protecciones ya no eran suficientes.

Así fue como llegué al Reiki, y yo encantada. En poco más de un año, ya era además de sanadora, maestra Reiki. Algunas de mis experiencias durante mi formación del Reiki, también fueron intensas, pero después fueron disminuyendo en intensidad.

 

Hice un servicio social por el Reiki, en la clínica Condesa, y al mismo tiempo, arreglé, junto con Shantall que nos permitieran, hacer un voluntariado en la Clínica Trans, dando consulta psicológica.

Shantall en años previos se formó como terapeuta sistémica, y habíamos estando dando consulta psicológica como coterapeutas. Yo aproveché también para empezar a llevar mi seguimiento en la clínica Condesa.

 

Concluí el servicio social de Reiki y todavía continué con el voluntariado de psicología como un año más.

 

Después de unas experiencias “desastrosas” en mi exploración sissy, decidí suspender mi exploración mientras no tuviera esa asistencia de apoyo que empecé a buscar en las reuniones del Calabozo, un grupo BDSM, a las que acudí cada quince días por casi cuatro años. Como sabes, mi búsqueda de compañera de juegos y coinvestigadora, fue un fracaso.

 

La solvencia también me permitió someterme a un tratamiento de depilación láser. Y me mudé a un departamento en el mismo predio que estaba rentando, estaba contenta, fue el primer departamento que yo pude rentar sola.

Tuve una modesta parte, tras bambalinas, en la elaboración de la primera ley Trans, en las cuales, Anxélica y Shantall tuvieron un papel más activo. Por fortuna, los cambios legales empezaron a darse, y yo que llegué a creer que no viviría lo suficiente para verlos.

 

Cuando algunas de las y los consultantes de la Clínica Trans me sugirieron si podía ser su perito en los juicios de rectificación de acta de nacimiento. Mi impedimento era que yo misma no lo había hecho. Pues se requería una pequeña fortuna, por suerte, las condiciones se dieron favorables para que pudiera hacer el juicio y cambiar mi acta; y con ello mi título profesional.

Por cierto, es algo de lo que aún debo dinero y tengo una deuda económica y de gratitud, que lamentablemente, no he podido pagar.

Con la intención de hacerme algo de promoción para el Reiki hice un segundo servicio social en un Centro comunitario del Dif, Desarrollo integral de la familia, en el que empecé a dar clases. Por cierto, es el mismo centro donde hice mi secretariado.

Estaba ya en mi cuarto año en LAP, y tuve algunos roces, con las reglas y desempeño que me pedían, que a mí me resultaban poco lógicos. Me parece que siempre hice mi trabajo de la mejor manera posible. Pero había ideales o procedimientos institucionales que no compartía. Lo cual, tal vez me hacía parecer, algo más cínica y pesimista, de lo que quería.

En ese tiempo, que sería el de mi último año en LAP, se dio la oportunidad de entrar a dar clases en la Universidad Granánade, una pequeña universidad de paga. Agradecí mucho esa oportunidad, era algo que pensé que nunca podría hacer, que era dar clases en una universidad.

Tal vez era una universidad patito, pero al menos era pato grande, por el número de planteles que tenía. Me aceptaron, aunque mi cambio de documentos aún no estaba listo. Y mi condición transgénero no fue mencionada a mis alumnas y alumnos.

La experiencia fue agridulce. Llevaba ya un par de años, en mi exploración sissy, y desde ahí, volver a ocupar una posición de autoridad como maestra académica, fue todo un reto, que por cierto, era diferente a ser maestra de Reiki, donde puedo ser, menos exigente, más tolerante y más amorosa. 

Eso mismo había que aplicar en las otras clases, pero sin perder el control del grupo. Por el otro lado, me encontré alumnos y alumnas muy mal preparados con escaso nivel académico y en ocasiones con poca idea de la carrera que habían elegido y estaban estudiando. Pero de ello comentaré más adelante.

Finalmente mi relación laboral en LAP llegó a un punto de tensión máxima, y a principios de diciembre del 2011, fue triste, me notificaron que mi contrató no sería renovado para el siguiente año.

Continuará

 

Tomado de: “Bio contada a Cindy” (Framento)

Algunos nombres han sido cambiados para protección de lxs involucradxs.

Y sí, lamentablemente, aún debo dinero del proceso de rectificación de mi acta, que espero algún día pueda pagar. :-(


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