Tres vertientes en las Mentoras.


 Por Evaith Horizont

Y esta es un foto de mis años mozos, cuando fui joven y bella, ji ji ji. Hace más de 20 años. La aprovecho para ilustrar, parte de mis notas personales, durante la exploración de lo que di en llamar mi "herencia sissy"

Tres vertientes en las Mentoras.

4 de junio de 2008.

Hoy descubrí que en mi ideal de Mentora hay tres vertientes.

La primera viene de las fantasías de feminización forzada de mi infancia. Mis primeras feminizadoras eran muy seguras de sí mismas. Mostraban una superioridad cordial. Su autoridad era inherente. (Como lo sería la de un adulto a los ojos de un niño). No eran altivas, ni prepotentes. No eran agresivas, ni violentas. No ejercían su autoridad desde el enojo. De hecho se mostraban de muy buen ánimo. Eran sutilmente impositivas desde la cordialidad.

Me parece que desde esta vertiente hay una fuerte persuasión psicológica. Una demanda del apego a una obediencia estricta. Severidad y dominio para las niñas rebeldes que rechazan el modelo de docilidad y obediencia. Que se niegan a ser buenas niñas, buenas sissies. Por parte de las Mentoras hay mucho apego a reglas y al protocolo que lleva a la feminización y al sometimiento de cualquier desobediencia o actitud rebelde.

Para las niñas que se apegan al modelo y son buenas sissies, hay amabilidad y cariño. Hay aceptación por parte de la Mentora. Y una especie de orgullo en la sissy por serlo (En mi infancia no me tocó mucho de esa parte, al menos en mis fantasías, ya que en ese entonces, nunca me acepté como niña buena.)*

Desde la segunda vertiente. Hay respeto y honorabilidad en torno al conocimiento y a la propia relación Maestro-Alumno. En este caso, entre la relación Mentora-Aprendiz. Hay tal vez, cierta solemnidad.

Desde la tercera vertiente. La más reciente, hay aspectos nutricios, de apoyo y afectivos. Interés en el bienestar y desarrollo del aprendiz o sissy. La sissy es como una hija a la cual educar. Esta vertiente es más fácil de desarrollar cuando la sissy se ha aceptado y se comporta de manera apropiada.

* En la primera vertiente, como correspondencia, en la sissy (o el niño feminizado en aquel entonces) hay sentimientos encontrados. Generalmente la sujeción al modelo es vivida con sentimientos de vergüenza y humillación. Y sin embargo existe un deseo de (¿sometimiento?, ¿de expiación?) de aceptación por parte de la feminizadora.

Las ideas de culpa-castigo se explican e integran. El feminizado se siente culpable de algo (¿De qué, quién sabe?) La feminizadora señala y utiliza la culpa. Viene la feminización como el castigo impuesto. (Hay ideas asociadas: la vulnerabilidad, el sometimiento, la fragilidad)

Asumir el castigo aparece como una expiación y una recompensa que propicia la aceptación por parte de la feminizadora en primer término, y tal vez, de otros y otras después. Pero también es percibido como una nueva transgresión. (¿A los valores masculinos?), posible traición y los sentimientos de vergüenza y humillación, ya no por la culpa original. Sino por haber sido débil. Por no haber podido ser hombre. Por no cumplir con las expectativas y por haber traicionado. Y… por ser bonita. Por haberse sometido. ¿Cómo se resuelve la segunda culpa?... Yo la he resuelto. He sido asimilada. Fue mi elección.

 

 


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