Hipótesis sobre por qué he vivido en carencia. (I-B) Sobre mi madre y mi nacimiento
Por Alejandra Zúñiga
Cuando hice mi formación como sexóloga y sensibilizadora de
grupos. Me tocó realizar algunos ejercicios de renacimiento. Mi madre me había
contado como había sido mi nacimiento, pero para mí, hasta entonces eso era
solo una anécdota curiosa sin mayor relevancia.
Cuando nos hablaron de la biomnémica, nos explicaron cómo es
que el cuerpo podía guardar memorias de eventos, emociones y traumas, ¡incluso
durante la gestación y el parto! Yo escuchaba con interés aunque supongo que
con un poco de escepticismo. Ya estando en el primer ejercicio la historia de
mi nacimiento cobró una vivacidad aterradora.
Recuerdo lo pasmoso que me resultó ¡que mi cuerpo se moviera
por sí solo!, imitando o recordando su estadía en el vientre de mi madre.
Recuerdo, la opresión constante y la terrible sensación de asfixia.
No podía respirar, sentía como me iba apagando y me sentía
cada más débil, entonces, venía una enorme desesperación y la sensación de
expandirme, moverme, sacudirme toda, con brazos y piernas lo más fuerte que
podía y escapar; sin poder lograrlo y volver a repetir el ciclo, de nuevo con
más opresión, más debilidad y más asfixia, y en ese momento no solo lo estaba
recordando, lo estaba viviendo y sintiendo de nuevo…
Mi madre me contó, que de mi hermano y hermana, su parto
había sido rápido y sin complicaciones y en un par de días, ya estaba de vuelta
en casa. Conmigo llevaba ya quince días internada y yo no nacía.
Al parecer, alguien cometió un error con los expedientes y
el parto de mi madre aparecía como normal, así que era muy raro, que yo no
naciera. Pero solo cabía esperar. Mi madre cuenta que se sentía muy mal y que
le pasaban visitas a cualquier hora del día, una consideración que se tenía
solo con los desahuciados, por lo que mi madre sacó sus conclusiones. “Nos
estamos muriendo” pensaba mi madre y pensó que en verdad, moriríamos.
Hasta que un doctor descubrió el error en el expediente, y
de inmediato y con urgencia llevaron a mi madre al quirófano. No solo yo estaba
en mala posición, contaba mi madre que escuchaba a los médicos decir que lo
primero que habían visto de mí, eran dedos, no sabían si era pie o mano.
Y además traía el cordón umbilical alrededor del cuello, así
que aunque hubiera estado en posición normal, mis intentos por salir hubieran
sido vanos, el cordón me regresaba y me estrangulaba. Así es que nací… o mejor
dicho me sacaron por Cesárea. Ya para entonces, tenía las uñas moradas. Y por
un tiempo, hubo la sospecha de que pudiera haber teñido daño cerebral.
Afortunadamente no tuve daño cerebral, (hasta donde yo sé,
ja ja), pero si tuve una salud precaria durante los primeros años de mi
infancia. Padecí una especie de asma que me dificultaba el respirar y muy
susceptible a los cambios de clima que me hacían enfermar, en particular el
frío.
Y también tuve dificultades para hablar. A la edad en que
otros niños ya hablan, yo solo usaba según cuenta mi madre, una mezcla,
pujidos, gruñidos y ademanes. Un médico le dijo a mi madre, que no es yo no
pudiera hablar, solo que no quería, que era flojo. Tuve que recibir terapia de
lenguaje con la cual, finalmente aprendí a hablar.
Según la Biomnémica, si mal no recuerdo, cuando alguien nace
por Cesárea, realmente no nació, no empujó para salir, literalmente lo sacaron,
así que es probable que a esa persona en muchas situaciones, le falte empuje
para hacer las cosas, y necesite que alguien venga a jalarle o sacarle para que
pueda avanzar.
Durante los mismos ejercicios de renacimiento, se sanaban
las memorias traumáticas. Según recuerdo nos decían que se requerirían entre
ocho y diez experiencias de renacimiento para borrar y sanar totalmente esas
memorias corporales, según recuerdo en la formación tuve tres, una de ella en
agua, que fue la más fácil y menos traumática y una espontánea que tuve varios
años más tarde, estando sola en casa.
Las circunstancias de mi nacimiento, podrían explicar
algunos de mis sentires a lo largo de mi vida, como el a veces sentirme
estancada y sentir que me muero, sin que yo pueda hacer algo, que cada intento
que hago por salir complica las cosas, y alternar periodos en los que siento
que me paralizo y contraigo con momentos en lo que siento que estoy en
expansión y que puedo lograr todo hasta que algo me hace retroceder como la
liga de un bongee.
Yo pensé que todo estaba ya sanado, pero no puedo dejar de
tomar en cuenta que tal vez, algo no ha sanado del todo y regresando a la idea de Hellinger de que
dinero, abundancia y madre son energías equivalente podría ser una buena
explicación, e indicativo de que todavía tengo algo que sanar.
Recuerdo que cuando contaba a una amiga muy querida, también
terapeuta, sobre estas circunstancias de mi nacimiento. Me comentó. “Entonces
estabas matando a tu madre”… Su observación me consternó, pero me hizo pensarlo
con otra mirada. Nos estábamos muriendo. Mi madre me estaba matando y yo,
estaba matando a mi madre…
Publicado originalmente el 23 de marzo de 2019
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