Hipótesis sobre porque he vivido en carencia (I) Sobre mi madre
Por Alejandra Zúñiga
“Soy viajera y navegante y cada día encuentro una nueva región dentro de mi
alma.”
Parafrasendo a Jalil Gibrán.
“Dinero, madre y vida son energías equivalente. Cómo tratamos a la madre, así
nos trata la vida y el dinero”.
Bert Hellinger
Dicen que cada quien habla, según cómo le va en la feria. A veces nos
enfrentamos a situaciones que no podemos resolver. A veces ni todo el
conocimiento, saberes y experiencia que has obtenido previamente parece servir
de mucho. Entonces, hay que ganar, nueva herramientas y recursos para intentar
resolver.
Estoy intentando cosas, nuevas, entre las que se encuentra la Biodescodificación, y la Bioneuroemoción, apenas estoy aprendiendo.
Algunos
de los conceptos que manejan, no son muy diferentes a los que aprendí con el
Reiki y con las filosofías esotéricas que he estudiado, pero me parece que la
Bioneuroemoción los aborda con más profundidad y me da un mayor contexto, para
probar otras soluciones.
No obstante, me parece que mis conflictos son un hueso muy
duro de roer. Me parece que estoy lidiando con una hiedra de varias cabezas.
Esta es una de ellas.
Cuándo tenía treinta años, empecé a vivir como mujer tiempo completo. Era algo
que solo podía hacer fuera de la casa familiar y tuve que dejarla. Mi
transgénero no era una situación que agradara a mi familia. Particularmente a
mi madre, que hasta entonces me sabía, su hijo.
Al principio mi madre pensaba que yo era gay o solo
travesti, y no veía mucha razón en que me mostrara al mundo con una imagen
femenina. “Si lo sabe Dios, porque tiene que saberlo el mundo”, “No es
necesario que te muestres, que la gente te vea, puedes hacerlo en privado”.
Mi madre no entendía que eso no me bastaba, para mí era una
necesidad y un acto de congruencia conmigo misma. No fue un rompimiento total
con la familia, nos mantuvimos en contacto. Hubo llamadas de teléfono y algunas
visitas. Mi madre insistía en que no fuera a casa en ropas femeninas.
Y eso se convirtió en un estira y afloja. “Esta es tu casa y
puedes venir o vivir aquí cuando quieras, pero como hombre”. “Muchas gracias,
Madre, pero si tanto te molesta prefiero no venir.” Tú también puedes
visitarme. Acabo que hay la misma distancia de tu casa a la mía que de la mía a
la tuya, o si prefieres, podemos vernos en un sitio intermedio”.
Al principio, intenté mantener un dialogo con Madre y Padre.
Y durante algún tiempo traté de compartirles información sobre mi condición
como persona transgénero. O la posibilidad de acudir a algún grupo de apoyo.
Pero no tuvieron mucha disposición para ello, y después de algunos años, dejé
de insistir.
Teníamos una relación como de guerra fría, y manteníamos las
líneas diplomáticas. Al paso de los años, mi hermana que vivía en otra ciudad,
me aceptó, Mi padre también me aceptó. Mi hermano que me ignora y al que
ignoro, lo aceptó. Mi madre… aún en la actualidad, me tolera con una
resignación dolida.
Me parece que no me acepta. Sé que a su manera, mi madre me
ama, o mejor dicho, ama al hijo que tuvo y que alguna vez fui. Supongo que por
rebote algo me toca. A mí, como mujer, no me quiere. No la culpo, sé que tuvo
una infancia difícil, en una familia machista y conservadora.
Ya no espero que me acepte. Después de poco más de veinte
años. Me he resignado al hecho de que no me va aceptar. Soy una hija incómoda
para ella y Ella es una madre incómoda para mí. En su momento lo intenté, y
traté de que la relación mejorará.
Me duele, pero trato de que no me importe demasiado y seguir
adelante. Vivimos en ciudades diferentes, y madre pide que solo me reporte con
frecuencia para saber cómo estoy. Fuera de ello, no tenemos mucho de que
conversar.
Sé que muchas personas, tienen buenas relaciones con sus
madres, las consideran un amor incondicional, algo muy bueno, y siempre las
tienen presentes. Sus madres son alguien a quien acudir en caso de necesitar
ayuda o consuelo. No es mi caso.
Si me encontrara en un trance difícil, y necesitara ayuda,
mi madre sería la última persona en la que pensaría. De hecho, pensar en ella
me causa tristeza, dolor y estrés, prefiero mantenerme a la distancia y no
pensar en ella.
Paradójicamente, quizás la única forma de mejorar la
relación, sería poder ofrecerle un apoyo económico a mi Madre, pues el dinero
escasea en la casa familiar y la salud de mi madre está afectada fuertemente
desde hace un par de años.
Más vengo lidiando con prejuicios, discriminación y
desempleo desde más años de los que quisiera recordar. Vivo al día. Económicamente,
profesional y existencialmente he estado estancanda. No puedo ayudarla de esa
manera. Así están las cosas. Me parece que lo mejor que puedo hacer, es
honrarla y liberarla, una vez más, me perdono y la bendigo. Acudiendo a Ho
Oponopono. Lo siento mucho, perdóname, te amo, gracias.
Publicado
originalmente el 16 de marzo de 2019
Mi madre, descanse en
paz, falleció en octubre del 2020
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