¿Quién necesita psicología?...
Por Mtra. Alejandra Zúñiga
A veces
pienso que me he vuelto demasiado simple, informal y boba como para seguir
ejerciendo como psicóloga. Y a decir verdad, a veces lo encuentro bastante
aburrido y desalentador.
Creo que
uno de mis desencantos en la vida y en mi rol como psicóloga clínica, tiene que
ver con mi perspectiva de los seres humanos. Para mí, ser psicóloga, tiene que
ver con una actitud de servicio por un lado, y por el otro, con un sentido
esperanzador, de que sea, lo que sea que aflija a los seres humanos, algo se
puede hacer para mejorar sus condiciones de vida.
Y es bien
sabido que para que un proceso terapéutico pueda funcionar, el consultante, tiene
que poner de su parte y querer ser ayudado.
Es inútil tratar de ayudar a quien no quiere ser ayudado.
En
numerosas ocasiones me ha tocado tener en consulta, personas que pueden
quejarse mucho y lamentarse de las circunstancias y estados emocionales en los
que viven, pero que están poco dispuestas a hacer algo, comprometerse, o
realizar los cambios pertinentes en su vida.
Como seres
humanos, pueden cambiar, y mejorar, aunque pareciera que, de alguna manera,
tienen poderosas motivaciones, no siempre conscientes, para no hacerlo. Y desde ahí me siento un tanto limitada por
los lineamientos terapéuticos y psicológicos.
Los devenires
de mi vida, mis búsquedas y mis procesos me han llevado a una actitud, digamos
agridulce. A veces me parece que he sido más pesimista de lo quisiera y con
todo, me mantengo optimista en la esperanza.
Soy muy
hábil encontrado sentidos de vida, aunque creo que con frecuencia semejante, se
me pierden. No tengo aún la vida que
quiero (Y no sé si eso sea humana y existencialmente posible), pero me he
vuelto hábil en hacer lo mejor que puedo con lo que tengo. Digamos que me he
vuelto experimentada con las trampas del intelecto que solemos autoimponernos.
Creo que
desde ahí, se me acomodan mejor los quehaceres de filósofa y sanadora que los
de psicóloga clínica. Diferentes caminos, que en teoría buscan un mismo fin. No
soy santa, ni pecadora, sólo una humana.
Creo que considerarlo desde ahí, hace la vida más interesante y
emocionante, al menos para mí.
Y disfruto
ser, digamos juguetona, con la retórica… ¿De veras quieres estar mejor?... Si en verdad lo quieres, y si estás en
disposición de hacer trabajo terapéutico comprometido, a veces con cierto humor
e ironía, en un balance apropiado de forma. Entonces puedo ayudarte y hacer
algo por ti… Si no hay tal disposición… Al Cesar lo que es del Cesar y adiós
que te vaya bien, ji ji. O en otras palabras, Encontrarás mejor ayuda en otra
parte y todas(os) tan contentas(os). Ji
ji.
Escrito el 31 de enero de 2014. Mmmn, me parece
que escribí esto en su momento, con la intención de hacerme publicidad… Se darán cuenta lo perdida que estaba en
promoción y publicidad, ja ja ja. Entre otras razones, creo que por eso aprendo
sobre copywriting ahora.
Este es un anuncio claramente ambivalente, que
por un lado dice, “Ya no quiero ser psicóloga, me ha dolido demasiado” y por el
otro, “pero si quieres… lo intentamos”. (Sublectura saboteadora: “No puedo
resolver mi vida, pero, créeme, puedo ayudarte con la tuya”) Aquí se muestra
claramente el cansancio, la desilusión y los sentimientos encontrados, que me
llevarían a decir algunos años después, que en mi caso, pagué un precio muy
alto por ser psicóloga, y la recompensa fue muy poca.
Comentarios
Publicar un comentario