Lo que esta pandemia me ha enseñado sobre mi vida y cómo mejorarla
Por Alejandra Zúñiga R.
Me parece que vivimos tiempos interesantes…
Hay quienes se sienten como prisioneros en su casa, hay
quienes se sienten a salvo en su casa…
Hay quienes lamentan este alto forzoso que las
circunstancias han puesto en sus vidas. Hay quienes agradecen este cambio de
ritmo que las circunstancias han puesto en sus vidas…
Hay quienes se dan cuenta que no saben que hacer con su
tiempo “libre” o que les cuesta trabajo convivir con sus seres queridos, o con
sí mismos. Hay quien al “mal tiempo” le encuentra buena cara y está conociendo
a sus seres queridos y a sí mismo de otra manera.
Me parece que hoy estamos viviendo el mundo y nuestras vidas
de otras maneras.
Sigo creyendo que cada quien habla según cómo le va en la
feria. Y a menudo, mi viaje por la feria que me ha tocado, me produce
sentimientos encontrados. Por un lado es mucho lo que podría decir de lo que
observo a mi alrededor en estos tiempos, por otro, soy creyente de que si lo
que tienes que decir, no es mejor que el silencio, mejor guarda silencio. Pero
como no hablar… del “elefante en medio de la habitación”…
Desde algunas filosofías esotéricas se dice que solo existen
dos emociones, a saber, el amor, y el miedo. Todas las demás resultan
combinaciones y variaciones de estas. Así, es que, o vivimos en el amor o
vivimos en el miedo. Y últimamente veo a muchas personas viviendo en el miedo.
Y me parece imaginar la “película” de terror que se están contando.
Una amenaza nueva y
desconocida, surge y empieza a matar gente. Los esforzados científicos y
trabajadores de la salud, son los únicos capaces de hacer algo para derrotar la
amenaza. Pero por ahora, no hay cura, solo medidas extremas para prevenir el
contagio.
Confiamos en que la
ciencia triunfará y en algún momento alguien desarrollará una cura, y esto
dejará de ser un peligro, pero de momento, muchos se contagian y mueren. Eso me
hacer sentir vulnerable y preocuparme por las personas que quiero. ¡Puedo morir!...
¿Y qué pasa si no encuentran una cura?... O siendo optimistas, tal vez esto no
me mate, pero la recesión económica que viene es marca diablo, ¿Cómo voy a
vivir?...
¿Se dan cuenta, como está película de terror nos instala en
el miedo?... Mi papel en esta película, es muy modesto, no soy una esforzada
científica en microbiología o epidemióloga, luchando por encontrar una cura, es
un superlaboratorio. Soy poco menos que una peatona, una de las extras que
forman parte de la multitud, sin embargo, me gusta pensar, que puedo poner mi
granito de arena, desde donde me toca vivirlo.
Y como “sanadora”, que soy, les puedo platicar que una de
las cosas que más debilita el sistema inmunológico, es el miedo. Por otro lado,
alguna vez escuché, que “la fe profunda, elimina el temor.” Y tal creencia en
estos tiempos me parece vital, ya sea que creas en el esforzado científico o
científica que va a encontrar la cura, o ya sea, que creas en tus Dioses(as) o
antepasados, o en alguna filosofía, que te permita sacar provecho de esta
situación, aprender y salir fortalecida(o). En quien o que crees, por ahora, no
es lo importante.
Lo importante, es que haya más amor en tu vida, tanto el que
das, como el que recibes. Eso mejora tu salud y tus oportunidades. Aunque te
cueste trabajo creerlo. ¿Qué vas a dejar que gané en tu vida, el miedo o el
amor?...
Te cuento de la película que yo me había contado y como
cambió. Yo me encontraba mal. Llevaba ya varios años desempleada, viviendo en
carencia y deprimida.
No me gustaba la vida que vivía y no podía hacer nada para
cambiarla. En su mayor parte mi vida eran dolor y pérdidas. Y sentía que lejos
de que hubiera una esperanza de que por fin las cosas iban a mejorar. El
panorama era cada vez más desalentador. Nada de mis conocimientos, saberes y
experiencia que sabía hasta entonces, parecía estar funcionando.
Aunque por ese camino aprendí valiosas lecciones, y tuve
pequeñas ganancias. En general, si ponía las cosas en balanza, tenía una clara
sensación de pérdida y que mi vida se ponía cada vez peor en vez de mejorar.
Fueron muchas las veces que me fui a la cama por la noche, deseando no volver a
despertar…
Entre, otras cosas, sé psicología, pero eso tampoco estaba
ayudando mucho. Y ni la terapia psicológica, ni la psiquiátrica, ni los antidepresivos
fueron opción.
Y entonces, apareció un villano mayor en el mundo. Una
enfermedad terrible, que podía matarte. Que nos obligó a cerrar trabajos y
escuelas. Nos encerró en nuestras casas. Nos obligó a usar cubrebocas y
alejarnos físicamente de la personas. Hasta que encontrarán una cura.
El encierro por la cuarentena se fue haciendo cada vez más
largo. Y a la mayoría, no le gusta estar encerrada, se aburren, se ponen
tristes, enojados o ansiosos. Y cuando las personas empezaron a morir hubo más
tristeza y dolor.
En mi caso, ya llevaba yo varios años viviendo como en
cuarentena, encerrada en mi casa, saliendo y socializando lo menos posible.
Tratando de mantenerme ocupada y en pensamiento positivo para evadir mi
realidad y la depresión.
Y aunque había empezado a notar ligeros cambios en mi vida
desde hará unos tres años. El año pasado que llegó la enfermedad lo aceleró
todo. A veces cuando te concentras en tus propios males, te encierras en una
trampa mental. Siempre ves lo mismo, desde los mismos ángulos y no encuentras
solución o salida.
Ahora, todo mundo estaba encerrado y sufriendo. Eso me hizo
cambiar de mirada y ver que estaba ocurriendo a mí alrededor. Y los anhelados
cambios y oportunidades que había anhelado por años, empezaron y surgir y traerme
nueva claridad.
La primera, fue darme cuenta, que desde hacía muchos años,
yo había llegado a la conclusión de que el mundo no era un buen lugar para
vivir y eso no iba a cambiar. Mis intentos por hacerlo un lugar mejor, como
psicóloga, terapeuta, sanadora y maestra, habían terminado en fracaso. Quise
luchar contra el mundo y terminé triste, cansada y rota. Me rendí entonces y
concluí que el mundo y la vida, eran un lugar hostil, y nada iba a cambiar para
mejorar.
En ese momento, funcionalmente, me convertí en víctima.
Empecé a tener cada vez más pérdidas y a acumular dolor. Sin que pudiera hacer
nada al respecto.
Un curso en línea sobre como crecer en la adversidad y la
recomendación de una amiga, me llevaron a darme cuenta, de que inconscientemente
estaba más enojada de lo que creía. Con el mundo, por ser un lugar violento y
hostil que no se dejó cambiar. Conmigo, porque no podía cambiarlo ni hacer
mejoras. Eso me había dejado una profunda sensación de fracaso y dolor.
Estando en confinamiento, también supe, de algo llamado
copywriting, que tiene que ver con escribir para vender. Eso me lleno de
inspiración, entusiasmo y esperanza, la posibilidad de poder vivir de lo que
escribo. Me parece que escribo bien, pero las ventas ni habían sido mi fuerte,
ni me gustaban. Me di cuenta entonces que odiaba las ventas, porque temía al
rechazo. Y eso me había llenado de más miedo, más del que me daba cuenta. Así es
que ahora estoy aprendiendo, que las ventas son un espacio sagrado en el que
podemos sanar.
Estoy aprendiendo escritura publicitaria por mi cuenta, no
tenía para pagar un curso, pero soy buena investigando y aprendiendo. Y en
internet hay mucha información si sabes buscarla.
Estoy teniendo muchas y nuevas claridades. Por fin estoy
entendiendo porque estuve estancada, en dolor y perdidas por tantos años.
Sigo teniendo perdidas, pero ya las miro de otra manera. El
año pasado, murió mi madre, con quien no tenía una relación fácil. Eso me pone
algo triste, aunque, hay que tomar en cuenta, que ella llevaba cinco años
enferma de diabetes y con falla en los riñones. Su vida se había ido
consumiendo. Hasta dónde sé, no fue el villano de moda, quien terminó con su
vida. No pude estar en su funeral porque estábamos viviendo en ciudades
diferentes.
Me parece que ella ya sufría mucho. A veces, cuando tu hora
llega, morir, también es una forma de sanar. Descansa en paz.
El mundo puede parecer a veces un lugar terrible, violento y
hostil, pero también es un lugar hermoso, de paz, amor, maravillas y bendiciones
si sabes dónde y cómo buscarlas. Al día de hoy, recuerdo la importancia de
agradecer. Las cosas buenas porque mejoran mi vida, aumentan mi disfrute y me
hacen sentir bien y feliz. Y las cosas malas. Esas nos enseñan valiosas
lecciones sobre nuestra persona y nuestra vida.
Puede que no puedas cambiar las circunstancias que esta
pandemia nos ha impuesto. Puede que esta nueva normalidad no te termine de
gustar, pero las cosas, no volverán a ser como eran antes, porque, me parece,
que el mundo también estaba algo enfermo, y esta es su forma de sanar.
Así que me parece, que puedes elegir, si prefieres
concentrarte en lo negativo y las pérdidas que te llenan de miedo. O en las
oportunidades que estos cambios traen, para hacer que tu vida mejore. Y hacer
del mundo un lugar más agradable.
Tú decides la película que te cuentas, quieres sentirte en
la prisión de este nuevo confinamiento, o a pesar del encierro quieres sentirte
en un amoroso océano de oportunidades.
Publicado
originalmente en febrero del 2021.
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