Puentes o muros

Por Evaith Horizont

Como persona transgénero, me parece, somos una población difícil de tratar. Dice, un refrán popular, “la mula no era arisca, los palos la hicieron”. Al ser una población que ha sido violentada, o nos defendemos, o nos tratan muy mal.

Eso hace que a semejanza de un perrito que ha sido maltratado, podamos tener una actitud agresiva y ladrarle y gruñirle a medio mundo dispuestas a soltar la mordida. Algunas de las transgénero, más grandes de edad, que llegué a conocer tenían esa actitud, “orgullosa y a la defensiva” que podría resultar demasiado hostil para muchas personas.

Si lo pensamos un poco, por un lado somos como adolescentes en pubertad, estamos cambiando hormonalmente, aún no sabemos quiénes somos del todo, pero sabemos que no somos quienes hemos sido…

Nos sentimos un poco en conflicto con el mundo de los adultos y soñamos con hacer grandes cosas, una vez que podamos ser quienes realmente creemos que somos. Por otro lado… somos como mujeres menopaúsicas, también por lo del cambio hormonal, a veces, con cambios de humor semejantes.

Y además, por ser transgéneros, somos de alguna manera, las rebeldes en nuestra familia, oveja negra, u oveja arcoíris, según se quiera ver. Como tuvimos que abrazar la rebeldía en nuestras familias si queríamos sobrevivir, cuando las familias no apoyaban mucho, eso nos hace crecer como reacias y rebeldes a la autoridad.

A menos que encontremos algo de prudencia en el camino, nos daremos muchos golpes contra la pared y podríamos encontrarnos en medio de muchos problemas. Y podemos llegar a convertirnos en personas bastante lastimadas y en consecuencia bastante tóxicas…

Alguna vez, escuche una frase que me dolió… pero aún me hace pensar que tanto en cierta, y que tanto me aplica como al resto de las personas trans. “las personas trans, son como un agujero negro, todo lo absorben y todo lo destruyen”…

Una frase muy ruda, y cada vez que lo pienso hago lo posible por negarla y desmentirla… aunque cuando me encuentro con la guardia baja, desanimada y cansada me hace dudar. Me rehúso a creer que pueda ser como un agujero negro…

En el tiempo que fui activista, pude observar en la comunidad LGBTTTI, que quien es parte de una minoría estigmatizada, al principio se sienta víctima y evite la responsabilidad culpando, a Dios, a la Sociedad, a la Vida, o a quién sea pertinente. En ese momento, sólo siente vergüenza y busca compasión.

¿Ayuda?... a veces, aunque no siempre que una persona pide ayuda, está dispuesta a recibirla, o a hacer algo para cambiar su situación. Me parece que a ese estado le podemos llamar “El muro de las lamentaciones”, la persona se siente aislada, sólo se queja, pero no está dispuesta a hacer cambios, quiere que el mundo la acepte, pero sin que le cueste o tenga que hacer esfuerzos.

Cuando la persona descubre que hay otros y otras que comparten semejante diferencia, se abre a la posibilidad del cambio. Ha encontrado un grupo con el que puede identificarse, pero entonces el escenario se vuelve nosotros(as) contra el mundo y contra quienes no son como nosotras(os) Se corre el riesgo de pasar de ser discriminados(as) a ser discriminadores(as) de grupos de otras diferencias.

Es el estadio del “Muro de las divisiones”. Aquí se puede recibir ayuda, siempre y cuando no se ataque la identidad de grupo recién encontrada. El hacer acuerdos mutuos es una buena estrategia.

Cuando se adquiere más experiencia, conocimiento y conciencia, las personas se dan cuenta que la “identidad” se les volvió una muleta que les permitió dar los primeros pasos, pero a la larga queda pequeña y se va volviendo un estorbo, crea divisiones.

Y si se aspira a conseguir cambios sociales, solo se logra a través de la unión con otros grupos que también han sido discriminados. Se ha llegado a un nuevo estadio. Es tiempo de dejar los muros atrás y empezar a construir puentes.

¿Construyes muros o puentes?

 

Publicado originalmente el 10 de diciembre del 2016

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